La Guerra Civil en Rusia como fuente principal del totalitarismo estalinista
16 jun 2013
Por: Adhemar Ávalos Ortiz
La segunda etapa de la Revolución Comunista fue imposible por el inicio de la Guerra Civil en Rusia. Después nunca más se viabilizaría con sus terribles consecuencias para la Humanidad. Cuando las potencias imperialistas se encontraron en 1917 con una realidad que nunca habían previsto, se despertaron con la peor de sus pesadillas. Nació el primer Estado Comunista del mundo en un proceso pacífico, pero trascendental. Así que se pusieron a trabajar en su destrucción radical. Sabían claramente que el régimen zarista y sus descendientes burgueses estaban derrotados, así que recurrieron a la intervención militar directa para impedir que el Sol de la Revolución los queme. En sus apetitos imperiales no podían aceptar ningún proceso revolucionario y sus métodos y actitudes se desarrollaron plenamente a partir de la Entente, su instrumento de dominación plena. Empezaron por empujar a los alemanes, austriacos y húngaros, conjunto de países expansionistas, a sus fines. Se apoderaron de extensos territorios de la Rusia proletaria, no para liberarlos, sino someterlos (partes importantes de Ucrania y Bielorrusia, además de los territorios bálticos). Ese fue el principio de una guerra que duró cuatro años y costó diez millones de víctimas.
¿Pero, en qué consistió la Guerra Civil que se desató de 1918 a 1922? En la intención de liquidar a un nuevo poder y se lo hizo de una manera implacable y sistemática. Era necesario aplastar a los bolcheviques en su propio origen. Como las fuerzas internas estaban debilitadas por decenios de torpezas del deteriorado régimen zarista y las ineficiencias de sus sucesores, se plantearon la ocupación directa. Lo de los alemanes y sus aliados circunstanciales fue el principio del proceso. También utilizaron a Polonia y a Checoslovaquia para sus apetitos. Después lanzaron a sus fuerzas de ocupación (Inglaterra y Francia) al norte y sur de la Rusia revolucionaria. Más adelante, el extremo oriente del país agredido fue ocupado por tropas de Estados Unidos y Japón.
En el Segundo Congreso de los Sóviets de Toda Rusia se había aprobado la paz, pero la situación se radicalizó negativamente. En esas condiciones era difícil plantearse una situación de arreglo, la que ya había sido regulada normativa y prácticamente. A la implacable agresión se tuvo que responder con el poder armado. La Rusia soviética no tenía los recursos para resistir. Su esfuerzo fue heroico. Tuvo que ceder con la entrega de territorios mediante el Tratado de Brest-Litovsk al régimen alemán, para garantizar las condiciones de supervivencia del régimen proletario. Algo que no se debió haber hecho de ninguna manera. Así se quemaron los cartuchos de la Revolución en gran parte de Europa como planteaba Rosa Luxemburgo de manera muy sensata y honesta. Lenin ya no controlaba todos los hilos del proceso.
Después se desarrolló una guerra implacable, pero el poder imperialista no pudo triunfar en dos terrenos: el interno y el externo. El Ejército blanco ruso, equipado especialmente por Inglaterra y Francia, fue incapaz de sobreponerse a las peripecias de un conflicto terrible. Y las fuerzas de ocupación no pudieron soportar las condiciones del enfrentamiento con millones de rusos revolucionarios. Rusia, reducida a un mínimo de su territorio original fue valiente y se recuperó. Ya en 1922 la Guerra Civil había sido ganada por los bolcheviques y hasta 1924 habían sido eliminados los últimos restos de una conspiración criminal.
En adelante lo que quedó fue un país hundido en la miseria. Sus reservas económicas habían sido destruidas en un conflicto horroroso. Las consecuencias se verían en los años subsiguientes: combatientes que en el fragor de la Guerra Civil se acostumbraron a reprimir y matar, lo practicaron hasta mucho después sin considerar racionalmente el daño que le hacían al poder soviético. La guerra los había fogueado en la sobrevivencia y, también, en la ideología del odio al enemigo, real o aparente. Más tarde, a pesar de sus proezas, el régimen soviético cayó en un oscurantismo totalitario, dirigido por Stalin, que le causó un tremendo daño a la Revolución comunista. Pero, en gran parte fue culpable el conflicto que provocaron los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania y sus aliados pequeños, inmersos en una agresión aborrecible a todas luces. Los hechos posteriores lo ratificarían con creces.
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