Warning: inet_pton(): Unrecognized address in /home/lapatri2/public_html/wp-content/plugins/wordfence/vendor/wordfence/wf-waf/src/lib/utils.php on line 28

Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8
Buscando el origen de la guerra del Sudeste, entre otras guerras - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Loading...
Invitado


Viernes 14 de junio de 2013

Portada Principal
Fortín de la Patria

Buscando el origen de la guerra del Sudeste, entre otras guerras

14 jun 2013

Fuente: LA PATRIA

Por: Henry Ríos Alborta - Investigador e historiador

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

No poco se ha escrito en torno a tan trascendental asunto, como es sin duda la Guerra del Sudeste o Guerra del Chaco (1932-1935), que enfrentó a dos pueblos hermanos en una de las más cruentas hostilidades que acaecieron en el continente suramericano.

¿Cuál fue el origen de la conflagración? No fue, ciertamente, y fuerza es destruir aquella burda especie de la guerra provocada por y realizada en servicio de intereses empresariales, especie que cundió rápido y prolíficamente, como suele suceder con las especies más infundadas, empero, que halla campo propicio en la parte irresponsable del pueblo.

No sostenía la guerra Bolivia, pues, guiada por intereses empresariales, ora multinacionales, ora no. Esto puede mostrarlo el transcurso mismo de los hechos.

El origen de la guerra debe buscarse, primero, en un problema que ha sido común en varios pueblos del continente suramericano cuando, en el siglo XIX, después de las guerras a muerte, iban a constituirse en repúblicas soberanas. Y así sucedió. Una y otra entidad territorial colonial, con orígenes de índole espiritual y cultural, ciertamente, debía deslindar sus límites con los países vecinos.

Cierto que pudo haber a la hora de defender y de luchar por el territorio, pudo haber afán noble, afán patriótico o afán de corrección, justicia y equidad; empero podemos columbrar también, que los intereses materialistas pudieron haber guiado la codicia de gentes inescrupulosas.

Competía, entonces, emprender por cada una de las altas partes en conflicto, la tarea, en veces de patentizar la sola verdad, y hasta quizás en veces tarea de torcer, según sus conveniencias, la verdad histórica.

Empero, en 1810, se erigió una institución jurídica que llamada estaba a evitar o dirimir los conflictos territoriales que se sucediesen en esta parte del orbe; era el “uti possidetis juris”, que, en solemne disposición establecía, que las entidades territoriales coloniales que transitaban a erigirse en repúblicas independientes y soberanas, conservarían, ante eventual conflicto territorial, conservarían los límites que, en su calidad de entidades territoriales coloniales, les correspondía.

Y para esto debían guiarse por disposiciones reales. Comenzó, entonces, la lucha de los documentos. Cabía a cada república demostrar, que con arreglo a tales instrumentos le correspondía el territorio en disputa.

En el caso de Bolivia y Paraguay se disputaba el Chaco Boreal, de extensión ciertamente considerable. Es que un problema hubo en los primeros años de la República -problema que no se ha superado a la fecha, como se puede superar-: las fronteras estaban casi abandonadas.

Pues bien, maguer la desidia en ciertos momentos de la historia nacional, en otros, y por ejemplo en el gobierno de Sucre, se prestó atención, como correspondía, a esas zonas alejadas de la capital. Sucre legisló positivamente para fomentar la población del litoral boliviano, por ejemplo. Y otro asunto que es digno de resaltar, hubo espíritus inquietos que, como Aniceto Arce, Antonio Quijarro, y otros no menos importantes, emprendieron labor de sentar soberanía en remotas regiones del país.

Fracasó, inexorablemente, la discusión diplomática, porfiada, ciertamente, para llegar a sólido acuerdo en la cuestión del Sudeste.

No por falta de argumentos de una o de otra parte, pues bien, basta observar los compactos tomos que un defensor de los intereses de Bolivia, Ricardo Mujía, ha trazado en la cuestión del Chaco. Fracasó por falta de comprensión política, por falta de concebir la política en su sentido auténtico, o sea en el de una disciplina que debe hallar su hilo conductor, su resorte primigenio, ante todo, en el espíritu y sus componentes estructurales: moral y ética.

En veces esto se distorsionó y sobrevinieron los intereses mezquinos, sobrevino el materialismo bien vertebrado en esta época, y los ideales de bien para la humanidad, los ideales de equidad y fraternidad internacionales, quedaron en simplemente eso: meros ideales.

He ahí un origen intrincado empero cierto, del conflicto del Chaco, origen que estamos en condiciones de extender a otros conflictos que ha afrontado el país.

Sería bueno, para el pueblo de Bolivia y para su gobierno, volverse y buscar las causas de los males que nos han afectado, no tanto en cifras fantásticas, no tanto en ausencia o prodigalidad de dinero; antes bien, en ausencia o presencia de espíritu, de moral, de ética en los pueblos, en los gobiernos.

Hace buenos años ya que hemos buscado el origen de nuestras desgracias siempre en el dinero, y nada hemos solucionado. ¿Por qué no horadamos más profundo y buscamos las causas primeras de la tempestad? Interpretemos en nuestra historia nacional, compulsémosla con la universal y vamos ver, os lo puedo adelantar, vamos a ver que, en primer término, se han hecho guerras, se ha asaltado y hecho encrucijadas no tanto porque un pueblo no tenía ni un céntimo, cuanto porque carecía, en verdad, de los atributos que debemos hoy formar, atributos del espíritu y no de la mera materia, atributos de la ética, de la moral; que Bolivia los tiene, pues jamás codició ni usurpó patrimonio territorial ajeno; tenemos, por ende, autoridad, como nación, para hablar.

Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos: