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Invitado


Domingo 09 de junio de 2013

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Cultural El Duende

Eugene Guillevic

09 jun 2013

Fuente: LA PATRIA

Eugene Guillevic. Poeta francés (Carnac, Bretaña, 1907 – 1997) ha publicado: Réquiem (1938), Terraque (1942), Exécutoire (1947), Gagner (1949), Carnac, Sphere y Rond (1961), Inclus (1973), Etier (1979), Requis (1983), Art poétique (1989) y Possibles futurs (1996) entre otros. Gran Premio de Poesía de la Academia Francesa (1976). Gran premio nacional de poesía (1984).

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[Vi el pájaro]

Vi el pájaro

que me cantaba

cantando a

mi alrededor

¿De qué especie

era entonces?

No podría

decírtelo.

De tal modo

se me parecía.

Se encantaba

con mis canciones

y regresaba

a cantármelas.

[Bien quisieras]

Bien quisieras

avanzar en tu poema

como un arroyo

rápido,

sinuoso

y tiemblas de devenir

como un estanque

donde podrías,

estancado,

ya no reconocerte.

Batir

Sin ala,

sin pájaro,

sin viento,

pero de noche

nada más

que el batir

de una ausencia de ruido

El arroyo fluye

en la tierra fresca

Él sabe

cómo son duras las piedras

él conoce el sabor

de la tierra

Receta

Tome un tejado de viejas baldosas

poco antes del mediodía.

Póngalo todo a un lado

de un tilo ya mayor

agitado por el viento.

Coloque sobre ellos

un cielo azul, lavado

por las blancas nubes.

Déjelos hacer.

Obsérvelos.

[He aquí una oruga]

He aquí una oruga.

Y repta.

Repta hacia el alimento,

eso es al menos

lo que ella cree,

Y además es cierto,

pero también repta

hacia su avatar,

hacia su vida de mariposa,

y este objetivo

ella no lo adivina.

Tú, tampoco adivinas

todavía

hacia qué escribes.

El árbol

Afuera está el árbol

y es bueno que esté allá

signo constante de las cosas

que se hunden en el lodo.

Es verde,

es grande,

tiene armas poderosas

sus hojas

como las manos

de un niño dormido

se mueven

y parpadean

Las palabras

Las palabras

participan

de todo lo otro,

las palabras,

secretadas, masticadas

por los millones de ancestros

que han todos confiado:

la esperanza,

la cólera,

los sueños,

las revueltas,

Que los han habitado

como las portadas

largamente vestimentas

como las camas

De Magnificat

Yo beso tus rodillas,

estoy llegando.

Y pensar

que hay momentos

en los que para ti / soy

más leve que el aire.

Libérame

de este delirio

del que jamás

yo me libero.

Quédate. Quédate.

No te vayas siempre

incluso contra mí.

Con los vientos, con los ríos,

con todas las corrientes

que surcan la tierra.

Como la lava

repta bajo la tierra,

se reúne,

llega a la abertura,

se entrega,

hace sitio

a otras lavas.

Fuente: LA PATRIA
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