Las perturbaciones económicas aceleradas por diferentes aspectos, clavan con profundidad las deficiencias estructurales y sirven de base en nueva escala, a la influencia del frente sindical obrero en la dinámica de la sociedad boliviana, aún cuando revista consistencia relativa, todos los otros sectores sociales permanecen atentos al poder de los sindicatos, obligando al Gobierno a fijar posiciones ante ese movimiento que reclama demandas económicas, sociales y culturales.
En ocasiones el Gobierno procura satisfacer esas aspiraciones con compromisos no cumplidos, otras las enfrenta y los partidos políticos prosperan cuantitativamente, en la medida que suman las adhesiones de otros sectores y, los empresarios trazan planes buscando aprehender la lucha de los organismos gremiales, como ocurrió en las últimas manifestaciones de la Central Obrera Boliviana (COB) que aglutina a decenas de sectores, para cercar al país por dos semanas con huelgas, bloqueo de caminos, manifestaciones callejeras, huelgas de hambre, cono lo hizo hace 10 años el sector cocalero liderado por Evo Morales, paralizando al país durante 30 días, para llegar a la Presidencia de Bolivia.
Las décadas 40 y 30 del siglo pasado, los movimientos sindicales mostraron una etapa trascendente de luchas sociales, las que fueron pesadilla para gobiernos de turno sean éstos constitucionales, o "de hecho" durante los tiempos de crisis. Hasta las postrimerías de 1940, las reivindicaciones laborales correspondían a proletariados, cualesquiera que fueran sus respectivas envergaduras, sus formas de existencia y sus nexos con otros de la conciencia social; pero la frustración de aquellas acciones reivindicatorias, deja extendida herencia de nuevos reclamantes, porque es patente el crecimiento del sector terciario y el elefantismo estatista.
El amplio proceso de sindicalización de las clases medias no ha merecido atención, lo que obligó a estos sectores a buscar apoyo del organismo obrero para sumarse a los movimientos sociales alentados por la COB, como ocurrió la primera quincena de mayo pasado, pidiendo al Gobierno una renta, de jubilación con el 100% ganado del promedio de las últimas papeletas de pago y mejoren el salario de muchos sectores, sin tomar en cuenta a los trabajadores de la Empresa Minera Huanuni, dependiente de Comibol, que tienen sueldos mensuales de 5.000 bolivianos, mientras los de interior mina abocados a la extracción de minerales, ganan entre 30 a 50 bolivianos cada 30 días, producto de la buena cotización del estaño, los bonos de producción y otros privilegios que autoridades de Gobierno les concede por presiones.
Los profesores, funcionarios públicos, fabriles, médicos, enfermeras, docentes universitarios, incluso gremiales emprendieron el camino a la huelga, movilizaciones callejeras, bloqueo de caminos en los nueve departamentos, métodos considerados legítimos y necesarios para los trabajadores.
El Gobierno, nunca estuvo el Presidente Morales, a través de tres ministros, buscó constantemente diálogo con la COB, diálogo que fue de sordos durante 15 días. La parte ejecutiva no cedía terreno en los términos de jubilación, sosteniendo inviable el pedido, porque pondría en riesgo del Fondo Solidario, la jubilación de las mayorías y las nuevas postulaciones a la jubilación, mientras la dirigencia cobista exigía que los trabajadores con el 100 % de lo ganado, como lo hacen los militares. Después de ofertas y contraofertas de ambos bandos, surgió una tregua en movilizaciones por 30 días, poniendo en tapete de análisis la propuesta del Gobierno.
Cuando la crisis social iba en aumento, el Gobierno, por intermedio del brazo de sus seguidores, instruyó la movilización de sus sindicatos: el cocalero; del Trópico cochabambino, del cual Evo Morales es máximo dirigente; del sector campesino y los ponchos rojos y verdes, que se asemejan a las milicias armadas del MNR; las "Bartolinas" similares a las "Barzolas". Esos tres sectores no tienen ninguna relación salarial con el Estado, tampoco aportan a la economía del país con impuestos.
En el transcurso del conflicto, la COB perdió leve espacio por la dirigencia de este organismo, según el Gobierno, actúa con tinte político porque desde el pasado año intenta formar un partido obrero; sin embargo, la acción del proletariado tiene una rica tradición, debido a que después de la Guerra del Chaco surgió el partido Obrero Revolucionario (POR), el Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR), incluso el Trotskista que agrupaba a trabajadores.
En aquella época los trabajadores del subsuelo protagonizaron lucha sin cuartel contra la oligarquía del estaño, que culminó con la Revolución Nacional del 9 de Abril de 1952, agrupados a las fuerzas civiles del MNR y organismos sindicales como la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (Fstmb) y la extinta Federación Obrera Sindical (FOS), instituciones envueltas en las banderas del nacionalismo revolucionario.
En algún momento esa fuerza fue perdiendo por desaciertos en su conducción, no sólo de obreros sino de las clases medias y, por el autoritarismo y prorroguismo de dirigentes, principalmente Juan Lechín Oquendo, perpetuándose en la COB y Fstmb, y subrepticiamente coqueteando con gobiernos que alimentaban las masacres en centros mineros y urbanos, delineando la estructura de la maldita "Relocalización Minera".
En la actualidad, el Presidente Evo Morales, para conseguir afectos a su gobierno por parte de exdirigentes sindicales, los designa ministros, asesores, encargados de archivos y bibliotecarios en Comibol, tratando de asimilar el manejo de las masas.
Pese a las dificultades coyunturales, el último llamamiento de la COB, tuvo respuesta categórica, por la presencia de miles de trabajadores respetando a su organismo matriz, para salir a las calles en contra de la política salarial del Gobierno; pero sin apego al rompimiento del estado constitucional, como lo hicieron Evo Morales y cocaleros el 2003, para interrumpir la gestión de Gonzalo Sánchez de Lozada, hasta llegar al "Palacio Quemado" y ambicionar a un tercer mandato, rompiendo las leyes de nuestra Constitución Política de Estado, apoyado por el Tribunal de Justicia, constituida por mayoría de magistrados con tinte masista.
(*) Periodista
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