Sábado 08 de junio de 2013
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Transmutación Alquímica Interior
08 jun 2013
Fuente: LA PATRIA
Por: El Alquimista
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El equilibrio interior en nuestros procesos: volitivos, mentales y emocionales, es decir el perfecto equilibrio del alma, es el resultado del fecundo y constante trabajo sobre nosotros mismos; trabajo consciente que debemos realizar, de momento en momento, para no dejarnos llevar por la influencia de los estados equivocados que constituyen la manifestación del ego plural, de los defectos de tipo psicológico que cargamos en nuestro interior.
Cada instante, o nos dejamos llevar por la inconsciencia, que son las tinieblas interiores, los mercaderes del templo interior, o desarrollamos luz conscientemente, expresando la virtud, el amor y la sabiduría, que son los aspectos opuestos de esas tinieblas interiores. Se trata de tomar conciencia, que nuestro mundo interior es un verdadero universo energético en miniatura y que nosotros somos los regentes creadores y administradores de esas energías de tipo volitivo, mental y emocional. De nosotros depende la calidad de energía que se está manifestando cada instante en nuestro interior.
Al descubrir una energía densa personificada por algún defecto de tipo psicológico, debemos transmutarla alquímicamente en una energía superior que dará como resultado la manifestación de la virtud, opuesta al defecto. Ese es el verdadero nacimiento espiritual, el nacimiento segundo del que nos habla el Cristo. Es el nacimiento de las siete virtudes opuestas a los siete defectos. A medida que vamos desintegrando conscientemente los siete defectos, vamos dando nacimiento a las siete virtudes. La lujuria se transmuta en castidad, que es amor, pureza, elevación espiritual. El orgullo, la soberbia se transmutan en humildad, que es comprensión, sabiduría, iluminación. La ira se transmuta en serenidad, que es paciencia, tolerancia, mansedumbre, empatía. La envidia se transmuta en altruismo, que es alegría por el bien ajeno, servicio al prójimo. La codicia se transmuta en filantropía, que es caridad, desprendimiento, amor al prójimo, ayuda desinteresada. La pereza se transmuta en diligencia, que es recto esfuerzo, laboriosidad, acción inmediata. La gula se transmuta en templanza, que es moderación, sobriedad, equilibrio.
Fuente: LA PATRIA