Cuando el Imperio Inca se propuso conquistar el hoy territorio boliviano, lo hizo de manera total, los aymaras debían someterse a una cultura totalitaria y los que estaban más lejos tenían que obedecer. Hoy, los “hijos del Sol proceden de la misma manera y con Bolivia son empresarios”, hicieron posible la tragedia de Yungay, hace mucho tiempo, cuando quisieron conquistar nuestro país en contubernio con los chilenos. Después lo ratificaron en los campos de Ingavi, donde el Mariscal José Ballivián los derrotó implacablemente y más adelante en la Batalla del Alto de la Alianza, en territorio peruano. Murieron muchos bolivianos con un heroísmo pleno, pero por intereses ajenos. A pesar del sacrificio, Perú es enemigo de Bolivia, siempre lo ha sido, aspira a ser un amigo de arriba hacia abajo, no obstante se aleja profundamente de un hito, cuando el Mariscal Andrés de Santa Cruz propuso un país conjunto de Bolivia y Perú, él fue atacado de ida y de regreso. Lo vendieron en Lima y lo entregaron en Yungay. Lo peor fue que peruanos combatieron aliados a chilenos.
Bulnes hizo posible la Guerra del Pacífico, aunque no la concretó directamente, que condenó a Bolivia al encierro y que Ismael Montes concretó en su perfidia, en la traición de una oligarquía que vendió a nuestro país. Ahora quieren un territorio soberano, los que venden la Patria, los que no tienen sentimientos puros, los que entran en el terreno de la traición. Melgarejo entregó una parte importante de Bolivia y los liberales lo ratificaron: Campero, Arce, Baptista, Alonso y Pando, además de muchos sucesores vendepatrias que regalaron territorios por “chauchitas” que les dieron pingües beneficios individuales o de casta.
Hoy, simplemente nos encontramos en la encrucijada. El mundo se encuentra en crisis, la economía dice que se acabó la presencia del poder pleno, en realidad es débil, pero todavía con fuerza. El Presidente de Bolivia, Evo Morales, se refirió a un problema que nos afecta tendencialmente, con palabra y texto, con lo que define una temática de solución por los pobres, asumiendo que la línea revolucionaria es la única. Y, en este contexto, el Presidente de Perú se aleja del tema candente, pero existen asuntos internos en ese país. La Comisión de Relaciones Exteriores de su Congreso postergó el debate del Protocolo de Ilo, algo profundo en Bolivia: “Hubo una serie de acontecimientos que han interrumpido un poco la agenda (de la comisión), pero ahora trabajaremos en el tema (...), “Hubo temas pendientes, como un conflicto con Ecuador o el tema del embajador (peruano) en Caracas; en fin, despejaremos la agenda para abordar un tema importante”. Son prácticamente tres años de desidia peruana, inserta en su política convenenciera.
Seriamente, Perú no tiene el más mínimo interés en el asunto vital para Bolivia. El canciller Choquehuanca viajó a Lima el 11 de abril para revisar el avance que hizo el Congreso peruano respecto al acuerdo bilateral. En esa ocasión, el representante boliviano se reunió con el canciller Roncagliolo y con el presidente Ollanta Humala. Luego de la visita, las autoridades destacaron la importancia del convenio, que necesita el aval legislativo para su plena vigencia. Bolivia quiere que la vía interoceánica desemboque en Ilo. La intención es migrar el comercio boliviano de los puertos chilenos a los peruanos. No obstante, no se encuentra un deseo en el país vecino de definir positivamente el tema, no quiere asumir su rol.
Bolivia ha optado por el Tribunal de la Haya. Es una opción más, no definitiva, pero una instancia de muerte dice que llega la última opción pacífica. Lo contrario será la guerra que no tendrá los resultados del siglo pasado. Finalmente, a Perú le toca asumir el asunto con un criterio no imperial. Bolivia no quiere un corredor, pero tiene que saber que su hermano le puede dar la posibilidad de un puerto con la opción de un acceso soberano al océano. Perú quiere Arica, la que tiene que recobrar, y la Patria boliviana más: el Litoral infinito. Es difícil, pero no imposible.
Perú juega a la guerra. Es importante recuperar lo perdido, pero entregar lo que se tiene traicionando a un amigo cae en la ignominia. Finalmente, los Colorados de la Batalla del Alto de la Alianza murieron por ese país que habla de “soberanía” cuando dice que “podría tratar el tema de la cualidad marítima de Bolivia respondiendo a sus intereses particulares”. Certeramente, de Perú no debemos esperar algo digno. En política internacional no existen hermanos ni amigos, solamente intereses.
(*) Politólogo
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