Que discrepen los concejales tendría que ser una práctica democrática y cuya incidencia se reflejaría en resultados favorables para solucionar los muchos problemas que deben resolverse en esa instancia legislativa del gobierno municipal, donde lamentablemente parece que ni siquiera debatir abiertamente es parte de su rutina cotidiana.
Los dos poderes municipales casi siempre han estado enfrentados debido a las condiciones de representatividad política partidaria en ese organismo de alta responsabilidad en las decisiones que tienen que ver - en el buen sentido de las palabras - con la “buena marcha de la ciudad”.
Las discrepancias partidistas han sido la causa de la frustración ciudadana ya que una serie de proyectos importantes no han sido aprobados oportunamente por diferentes circunstancias, especialmente los caprichos y las trabas de algunos concejales opositores o a la inversa la prepotencia y el abuso de otros oficialistas, en todos los casos, con perjuicio directo para la comunidad.
El problema de algunos procesos electorales en el caso de los municipios ha cambiado el sentido elemental de “buscar a los mejores ciudadanos” para la composición de Concejos Municipales de lujo, pero sobre todo de rendimiento profesional traducido en disposiciones para mejorar las condiciones de vida de toda la comunidad, sintiéndose más cómoda y segura en su barrio y en la amplitud de su ciudad.
Sucede todo lo contrario, la gente está frustrada, no mejoran las condiciones de vida de manera global, hablando de verdaderos proyectos municipales y no de los que se acostumbran a desarrollar con el maquillaje de plazas, parques y parte de las calles e inclusive todo eso con trabas impuestas por legisladores que desconocen la importancia y el valor de ser parte de un Concejo Municipal, honrosa designación que debería responder a condiciones cualitativas y ya no a los efectos cuantitativos, que son parte de los esquemas sociales que están desvirtuando la responsabilidad de conducir el Gobierno Municipal.
En los recientes días, nuevas discrepancias han surgido entre representantes del Concejo, llegándose a una situación embarazosa planteada por dos de sus integrantes que han propuesto que “el pleno del legislativo renuncie”, es decir que analizado el ritmo de trabajo, lo poco que se ha hecho positivamente y lo mucho perjudicial que se conoce, más vale la pena una renuncia colectiva por “el bienestar del Municipio orureño”.
“Es insoportable la situación del Concejo, no hay sesión que no termine escandalosamente…(¿?) lo reconocen tres señoras concejales y por supuesto que no exageran pues el curso de aquellas deliberaciones y el negativo resultado de las mismas es de pleno conocimiento de la población. Lo que realmente amerita es un examen de conciencia de los “honorables concejales” para retirarse de tan importantes responsabilidades y salir por lo menos con la conciencia tranquila… esa es la idea.
Pero… cuánto puede avanzar la idea, si como ya se observa primero están los intereses particularizados política y partidariamente y muy lejos, muy atrás queda la honestidad, responsabilidad y entereza de varios ciudadanos que saben de sus fallas, las reconocen pero no tienen la suficiente sinceridad de elegir entre “seguir haciendo papelones” o servir eficientemente a la comunidad como mínima respuesta a la confianza del voto popular.
Basta de “chacota vergonzosa, hay que trabajar por una sola causa velando por el Municipio”, pero sobre todo a favor de la población, fue la reflexión.
Fuente: LA PATRIA
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