Con dudosa consistencia y una perspectiva incierta, la huelga de la COB fue lo más parecido a lo que se dice un tiro al aire. Con sólo resistir un poco, el Gobierno tenía las de ganar, y sabían los otros que el desgaste inevitable era una bomba de tiempo en sus manos. Pero todo estaba “fríamente calculado”. El ejecutivo principal cumplió su tarea con más solvencia que su antecesor. Una gran actuación sin duda. La alta escuela de Jano, el símbolo mítico de la doble faz, funciona.
El toque maestro lo dio sin asco el ministro de la platita. “¡Cuál 30 días! – ha exclamado el experto -; no hay tal. El Gobierno no ha firmado ningún acuerdo; no está obligado a nada”. Tiene razón, hubiera sido un craso error el entregarles siquiera eso. Las dudas y las manos vacías impactan mejor. Además, el libreto de la “cortina” no admite concesiones. “En su salsa que se cocinen”, habría manifestado el último jacobino, el más malo de la película.
Aunque se trata de incautos, no es poco el saber convencerlos. Bajo el señuelo de “proceso de cambio” les hacen ver hasta lo que no existe o ignorar lo que está al frente de sus ojos. “Democracia sí; golpes no”, decía un cartel. Y la muchedumbre repetía hasta desgañitarse en las concentraciones de la Llajta y del Chuquiago Marca. Como si se hubiera entrenado, aquella también cumplió de gran manera su cometido. La representación alegórica de gato por liebre fue impecable.
Dos investigadores de nota, pero de distinta orientación política, coincidieron en ver de forma similar la realidad mencionada. El señor. Roger Cortés dijo que le parecía “extremadamente raro y exótico” el largo conflicto por la jubilación. Y don Julio Alvarado descubrió el motivo real en el trasfondo de la mentira. Era, según él, una cortina de humo para el fallo del TC y la violación de la CPE respecto a la reelección presidencial, temas centrales de la democracia “herida de muerte”. (Diálogo en Panamericana)
Otras perlas, a la orden del día: Los bloqueos de la COB son malos porque espantan a la inversión y el turismo, y aquellos que realizaban los cocaleros eran buenos porque les facilitó el acceso al poder. Y los beneficiarios con la jubilación del 100 %, “callaros” nomás; son intocables por miedo. El ruido de sables –cuando se produce– es fatal. La revelación de que los proletarios de otrora se habían convertido en la “aristocracia minera”, fue la nota original; claro que va con la tradicional y nunca desmentida calamidad administrativa de la Comibol.
Con el ajuste de cuentas y ya sin moros en la costa, los artífices de la “estrategia envolvente” (tramposa maniobra) avizoran ahora el camino expedito hasta más allá del bicentenario. Sólo hay que hacerse con el prorroguismo. El guión de largo plazo viene en paquete, oleado y sacramentado, desde las vecindades del Caribe. La nueva COB en ciernes, llevará el sello de lo “indígena originario campesino”; dicen que será el gran actor colectivo en el reparto estelar de “La dictadura”.
(*) Pedagogo y Escritor
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