Cuando se escribe un artículo en este medio, muchas son las personas que valoran el trabajo realizado, pero también hay otras, que no ven con agrado esa labor porque se sienten afectados, cuando su pretendida importancia en el diario bregar no había sido tan cierta, al existir otros factores de buena voluntad que mostraron con el trabajo silencioso, como se debe encarar la defensa de algo que es nuestro.
Pasan 12 años de la declaratoria al Carnaval de Oruro como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco, siendo muchas las personas, que se arrogan el derecho de haber conseguido esa distinción, sin que hasta la fecha, se vea avances que permitan fortalecer y preservar el Carnaval Orureño.
Es fácil dirigir una institución folklórica, porque tal vez le permita lograr réditos personales a quien lo dirija, situación que se advierte en otros organismos que tienen tuición sobre la organización y desarrollo de lo que los orureños conocemos como el Mejor Carnaval del Mundo.
Gestión o año que pasa, pese al esfuerzo que hace el danzarín por devoción a la Virgen, en el rubro de organización y desenvolvimiento del Antruejo Andino, son más los problemas y desinteligencias por cuestión de dinero, al extremo de no conocerse hasta ahora el informe económico de la Asociación de Conjuntos Folklóricos correspondiente al carnaval de este año.
Muchos se preguntan en la calle, porque la ACFO mantiene silencio sobre el tema, y cuando se reclama un informe económico, los dirigentes folkloristas echan el fardo de las consecuencias a la Alcaldía Municipal, por la venta de metros lineales como si eso fuera la solución del problema.
Hasta ahí, la actual imagen que brindan los “conductores” del carnaval orureño, algo que, seguramente, causará resquemor en el señor Jacinto Quispaya y quienes lo secundan en el directorio, como también en las personas encargadas de manejar instituciones vinculadas con el acontecer vernacular.
Saliendo en defensa de la preservación del carnaval orureño, será bueno recordar la existencia de antecedentes históricos que permitieron encausar la mencionada declaratoria, los mismos que fácilmente, o tal vez por interés mezquino, se olvidan en la presente ocasión.
Escudriñando valiosos documentos y publicaciones periodísticas de ese entonces, entre ellos el diario “La Patria”, se establece que los danzarines de esa época, preocupados por defender el patrimonio cultural boliviano, llevaron adelante una serie de acciones concretadas en una propuesta, hasta enviar una nota formal al embajador de Chile ante las Naciones Unidas, para que el ballet Bafochi y otros se abstengan de presentar las danzas de la Diablada y la Morenada como originarias del norte chileno.
En ese afán, de acuerdo a la documentación existente, al reactualizar una propuesta a las Naciones Unidas, se pidió para que el Carnaval de Oruro, sea declarado como Patrimonio no Tangible de la Humanidad siendo éste el primer paso positivo, para lograr lo que ahora disfrutamos.
El desprendimiento de danzarines, periodistas y folkloristas de aquel tiempo fue muestra de cómo se debe trabajar por el bien del Carnaval orureño, dejando de lado la figuración o ego personal que tanto daño hace a la humanidad.
Por tanto, resulta extraño que no se dijo nada de esa cruzada emprendida por periodistas como Manuel Rojas Boyán, residente en Dinamarca y corresponsal de radio Panamericana, la señora Guadalupe Cajías, Verónica Basaure, Marcelo Royo y Edwin Pérez. Pero la cosa no queda ahí, porque la Fraternidad Artística y Cultural “La Diablada”, se constituyó en otro de los pilares fundamentales para defender al carnaval orureño, cuyas danzas se ejecutan en Estados Unidos y Europa, como parte del folklore chileno.
En 1991, “La Frater”, como es así conocida, bajo la presidencia de Paul Miranda Castellón y el Vicepresidente Jorge Vargas Luza, con el fin de cuidar el prestigio del carnaval, bajo sus auspicios, llevó adelante coloquios, mesas redondas, donde participaron careteros, bordadores, músicos, conjuntos folklóricos, teniendo como director operativo al fraterno Omar Navía Martínez, que desde el canal televisivo de Finsa, se dio paso a las opiniones de los más destacados y relevantes escritores y ensayistas de Oruro, para dotar de una base sólida al material que debía contener la carpeta enviada a la Unesco, siendo además preponderante el trabajo cumplido por la distinguida dama Diana Grillo de Pinedo como nexo para que la documentación llegue al destinatario.
También necesario es recordar que el directorio presidido por el licenciado Níver Montes, elaboró el primer documento para la declaratoria del carnaval de Oruro como Patrimonio Intangible de la Humanidad.
Fue un dosier en la que se incluyeron trabajos de autoridades representativas de Oruro, lo cual sirvió de base para realizar las primeras reuniones con el señor Ives de Menorval, representante de la Unesco en Bolivia.
El trabajo fue realmente importante porque había que defender y preservar la riqueza del folklore y vernacular del carnaval de Oruro. Igualmente se vio la forma de generar recursos económicos para investigar, difundir y promocionar la fiesta en honor a la Virgen del Socavón, patrona de los mineros.
En realidad fue un trabajo fecundo de muchos ciudadanos vinculados al folklore orureño, añadiéndose a los arriba nombrados Gerardo Araujo, Amable Valcé, Alberto Guerra Gutiérrez, Edwin Guzmán, Elías Delgado, Javier Escalante, quienes, de acuerdo a sus especialidades trabajando en equipo, dieron el inicio para que el Carnaval sea declarado como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
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