Cuando le pregunté a mi esposa dónde podría estar guardado mi diente de oro que me había regalado nuestra comadre Macacha, y que había pertenecido a su difunto esposo el señor Racacha (Que de Dios Goce) puso un gesto de asquito y me dijo: “No pensarás utilizar el diente de oro de un difunto en la fiesta previa del Gran Poder a la que nos han invitado…” respondiéndole humildemente: “Es la única reserva de oro depositado en las bóvedas de nuestro Colchón Bank”.
Al fin pude hallar la valiosa pieza dental y previa una desinfección la coloqué entre mis incisivos, después de lo cual sonreí ante mi mujer y le pregunté qué tal lucía mi diente de oro en mi sonrisa.
La hispanoparlante me dijo que me parecía a un carnicero rico del barrio de Chijini y quedé satisfecho, por no decir ufano y complacido, volviendo a sonreír muy orondo.
Luego me vestí con mi traje negro, mi corbata roja y calcé mis zapatos amarillos, mis afamados “chaiñitas”. Al verme así vestido mi esposa desistió de acompañarme a la fiesta del Gran Poder que se realizó el domingo pasado y sin hacer caso de mis ruegos de ir acompañado por una dama europea.
En el barrio de Chijini me encontré con mi comadre Macacha que al verme luciendo el diente de oro de su difunto esposo se emocionó y hasta derramó una lágrima manifestándome que yo me parecía mucho al difunto aunque aquél era más grande, robusto y lustroso, aunque su diente de oro me quedaba cabalito, como si hubiera sido hecho a mi medida.
Macacha quiso saber el significado exacto del término inglés “high life”, informándole que “Jaiglaif” servía para designar al sector rico de una sociedad, manifestando mi comadre que ella pertenecía a la “jaiglaif” de Cochabamba y que ahora ambos alternaríamos con la jaiglaif paceña, el sector social formado por la gente más rica y representativa de esta urbe mestiza y floreciente.
De esa manera conocí a grande magnates que dominan no sólo la ciudad de La Paz sino también otras ciudades del país mediante el comercio algunas veces formal y otras el informal. Pude dar la mano y a veces abrazar al Rey de los Carniceros acompañado de su Corte, todos maestros en el corte de la carne, su utilización y aprovechamiento, su distribución y sobre todo el control social y político de sus afiliados. El hecho me produjo admiración y respeto pues algunos de ellos no sólo lucían un diente de oro perteneciente a un difunto (como era mi caso), sino las 32 piezas. Conocí también al Rey del Johnny Walker, un hermoso cholo que domina el contrabando de licores extranjeros y cigarrillos americanos y europeos.
A todos nos unía nuestra devoción al Señor del Gran Poder y una enorme red de parientes y compadres, y algunos de ellos me dieron de beber de sus propias copas y vasos. Mucho cariño, mucho dinero para gastar y también para distribuir entre los músicos nacionales y extranjeros. La jaiglaif paceña es rica y también inteligente porque nunca fueron adversarios de ningún gobierno.
Mi máxima emoción la sentí al dar la mano a un señor Choquefeller y a un potentado cholo que antes apellidaba Ticona y ahora se ha convertido en Tycoon Huanca, posiblemente mi pariente.
PAULOVICH
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.