Los últimos conflictos irresueltos, o solucionados a medias por el Gobierno, dejan al país en una situación económica lamentable; la misma que incidirá, irremediablemente, en los bolsillos de todos los bolivianos.
Existe una evidente incapacidad de los ministros que al dejarse llevar más por sus emociones políticas y la soberbia, han dejado de lado la búsqueda de soluciones imaginativas, técnicas y coherentes. Su autoritarismo, producto de considerarse los únicos y absolutos dueños de la verdad, con la certidumbre de un supuesto e incondicional apoyo de los “movimientos sociales” que aún creen que está intacto (siendo que muchos, muchísimos masistas están decepcionados por el manejo del aparato gubernamental). “Le meten nomás”, con los resultados que hemos tenido y tenemos la oportunidad de lamentar.
Ni la división de su propio Instrumento Político, ha podido abrirles los ojos a la realidad que nos muestra un futuro incierto económica y socialmente. Cada vez son más los sectores sociales que protestan por la desatención del oficialismo a los problemas diversos que los aquejan.
Mientras tanto, no existe una política de renovación de los yacimientos de hidrocarburos. Ni la migración de los contratos a los que se denominó “nacionalización”, han logrado que las empresas que explotan los pozos de gas y petróleo, hayan invertido lo suficiente en la exploración de nuevos yacimientos, haciendo que las reservas sean cada vez menores.
La minería está a punto de quebrar, por la disminución de los precios en el mercado internacional, por el paro de los trabajadores; además, por irracionalidad administrativa en la explotación. El exministro de minería, Ing. Jorge Espinoza, ya había alertado, hacen muchos años atrás, sobre este punto: “Huanuni es el mejor ejemplo de cómo no debe manejarse una empresa minera”- decía el profesional –“Primero, para solucionar el enfrentamiento fratricida entre cooperativistas y trabajadores sindicalizados, en octubre de 2007 el Gobierno tomó la decisión política de contratar 4.000 trabajadores más (la gran mayoría cooperativistas), que sumados a los 1.000 ya existentes (de ellos sólo 400 en interior mina, que se adecuaban al yacimiento para una minería mecanizada), tiene ahora 5.000 trabajadores...Este tremendo error técnico y económico, incrementó desmesuradamente el costo de labor, sin que exista el proporcional incremento de producción”.
Los bonos “solidarios”, se incrementan y abarcan a más sectores, para contentar a los movimientos sociales. Sectores privilegiados no pagan impuestos, pese a que tienen ingresos superiores a la mayoría de los bolivianos; hablamos de los cocaleros. Lo peor, que esos recursos salen como gastos corrientes del Tesoro General del Estado o del ahorro de los bolivianos para su jubilación.
Los gastos de campaña (viajes en avión, comitivas numerosas, millonarias transmisiones televisivas en la entrega de obras de cualquier tipo), con miras a las elecciones del 2014, salen de los bolsillos de los bolivianos. La desocupación crece y los precios de los productos de la canasta familiar ya son inalcanzables para los trabajadores.
En fin, todos estos factores influyen negativamente en la economía nacional, como si las materias primas de las que hoy vive Bolivia, serían eternas. Porque de industrialización, ni hablar.
La crisis que vive el país, debe alarmarnos. La mejor manera de solucionarla, es el diálogo.
Por lo menos... esa es mi opinión.
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