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Domingo 12 de mayo de 2013

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Revista Dominical

Enfermedad congénita

12 may 2013

Fuente: LA PATRIA

Por: Javier Claure C. - Poeta

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La enfermedad congénita de Chile compuesta por la violencia, la mentira y la soberbia son factores que han marcado la historia y la diplomacia de ese país. Cada nación tiene derecho a valorar los acontecimientos que se han dado a lo largo del tiempo. Incluso se puede evaluar, un poco distinto, los mismos sucesos; pero tergiversar y falsificar los hechos históricos, como lo hace la ultraderecha chilena, es un acto manipulador de bajo nivel y, sobre todo, un crimen ante los ojos de la humanidad.

Los pinochetistas de ese país andino, en su desesperación, manejan dos ideas falsas:

1) Bolivia acusa a Chile de su atraso por ser un país mediterráneo (a la fuerza).

2) El reclamo marítimo de Bolivia es coyuntural, dependiendo de qué gobierno está en el poder.

En primer lugar, los gobernantes bolivianos nunca han dicho que el atraso del país se debe únicamente a su mediterraneidad. Bolivia, como cualquier otro país del mundo, con o sin mar tendrá sus propios problemas. Lo que el gobierno boliviano, con Evo Morales y Álvaro García a la cabeza, ha manifestado es lo siguiente:

La falta de acceso soberano a las costas del Pacífico tiene implicaciones económicas que, según algunos estudios, representarían el 3 por ciento del Producto Interno Bruto. Diremar (Dirección Nacional de Reivindicación Marítima), ha hecho un estudio macroeconómico, en donde se analizan los impactos que ha tenido Bolivia como país mediterráneo. Y las teorías que se utilizaron para ese estudio, provienen del economista estadounidense Jeffrey Sachs, quien sostiene, entre otras cosas, que los países mediterráneos son dependientes a estructuras de transporte, y que los altos costos de transporte ponen a estos países en una situación de desventaja relativa, con sus vecinos que tienen costa, para competir en mercados globales.

El retorno con soberanía a las costas del Pacífico, es una necesidad sustancial para Bolivia y se ha manifestado desde hace un siglo. El Estado y toda la población de Bolivia jamás han abandonado ese derecho bien incrustado en el alma boliviana.

Por otra parte, es preciso reconocer que han existido gobernantes traidores a la Patria. El más claro ejemplo es Mariano Melgarejo (1820-1871). Además, ha habido oligarquías pro Chile que no les interesaba, en absoluto, el bienestar del pueblo boliviano, y han dificultado el proceso de recuperar una salida al mar.

Melgarejo fue un personaje que llegó al poder por medio de la fuerza bruta. Era completamente ignorante, sin la menor idea de relaciones internacionales y solía envalentonarse por los efectos del alcohol. Apreciaba los actos zalameros hacia su persona. Las autoridades chilenas se dieron cuenta de que Bolivia estaba gobernada por un ignorante que fácilmente cedería a sus más preciados requerimientos: acceso a los yacimientos de guano y salitre en las costas bolivianas. Para tal finalidad, Chile envió a Bolivia al señor Aniceto Vergara Albano, con la misión de designar a Melgarejo; General de División del Ejército chileno. Posteriormente fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Chile. En recompensa a esos “malolientes anzuelos”, el tirano Melgarejo, le designó al diplomático chileno; Embajador de Bolivia en Chile. O sea, el señor Vergara Albano tenía doble función diplomática. Era Ministro Plenipotenciario de Bolivia en Chile y, a al mismo tiempo, Ministro Plenipotenciario de Chile en Bolivia. Cosas del siglo XVIII.

En 1842, los gobernantes chilenos; ya tenían los ojos clavados en el Litoral boliviano, y con sus manos, llenas de codicia por la riqueza, empezaron a trazar poco a poco el asalto. El congreso chileno aprobó una “ley rapiña” ese mismo año, la cual decía: “Se declara de propiedad nacional las guaneras que existieren en las costas de la provincia de Coquimbo, en el Litoral de Atacama y en las islas o islotes adyacentes. Todo buque nacional o extranjero que sin permiso del gobierno de Chile sacare guano de cualquiera de los puntos comprendidos en la demarcación que designa el artículo anterior, caerá en comiso con la carga que se hallare a su bordo”. Bolivia hizo fuertes reclamos a esos atropellos, recibiendo solamente, por parte de Chile, promesas que jamás tuvieron efecto alguno, exactamente como lo han hecho la mayoría de sus gobernantes actuales. En efecto, se creó un barullo y la trampa iba carcomiendo las riquezas bolivianas. Hasta que finalmente, el 10 de agosto de 1866 y sin saber lo que estaba haciendo, Melgarejo firmó un tratado con Chile, al cual se lo llamó: El Tratado de Límites entre Chile y Bolivia. En dicho documento se le otorgaba a Chile, el derecho de explotar salitre en el territorio boliviano de Antofagasta. Y naturalmente gozando de jugosos intereses comerciales. Bolivia, a su vez, que había parido sus materias primas, solamente tenía derecho a cobrar impuestos. Y cuando decidió subir los impuestos, con 10 centavos de libra por quintal de salitre que salía de Antofagasta, el ejército chileno ya estaba listo para la invasión. Ese fue el primer paso para que el enemigo vaya afirmando sus planes expansionistas y guerreros. Y así, la guerra estalló en el año 1879. Bolivia no hizo mucha resistencia por su inferioridad en armamento y en número de soldados. En cambio Perú, fue un hueso duro de roer para Chile, pero en 1883 firmaron, esos dos países, un tratado que puso fin a la guerra. Para Chile quedaba algo pendiente: el botín boliviano. Y cuando los diplomáticos bolivianos, Salinas y Boedo, viajaron a Santiago, para negociar la paz, se sorprendieron porque allí les esperaba un documento redactado por el presidente Domingo Santa María. Este documento era el Pacto de Tegua de 1884. A Salinas y Boedo se les planteó una proposición digital: o firmaban dicho Pacto, o se iniciaba nuevamente la guerra. Y los representantes bolivianos firmaron el Pacto con el ejército chileno en sus nucas. Pasó el tiempo, el saqueo se consolidó; y el 20 de octubre de 1904, Chile impuso a Bolivia a firmar; el truculento Tratado de Paz y Amistad. Pero en la práctica, jamás trajo consigo una verdadera amistad.

Como se puede deducir, Chile armó una gran patraña y con la ayuda de su “doctrina portalina”, usurpó territorios hasta lograr un Tratado de Paz y Amistad. Hoy en día se aferra, con todo su ejército, a ese Tratado mal redactado y dice que es intangible. En cambio Bolivia, basándose en la justicia, en la verdadera historia y en derechos internacionales, dice que los tratados se pueden ajustar a la realidad actual.

Intelectuales, escritores, artistas, poetas y gente del pueblo, de todas partes del mundo, apoyan la causa boliviana. Durante más de un siglo Bolivia ha hecho reclamos. Se han dado una serie de negociaciones y conversaciones bilaterales. Se han establecido agendas. Bolivia ha propuesto a Chile, en forma pacífica y en foros internacionales, dialogar de manera seria sobre la demanda marítima. Y nunca se ha llegado a un acuerdo fructífero. Es decir, se han agotado todos los medios de comunicación basados en el respeto y la buena fe de resolver el enclaustramiento boliviano. Los mandatarios chilenos han utilizado la diplomacia de la “gallina ciega” y solamente han dilatado, década tras década, su cuenta pendiente con Bolivia. La señora Bachelet, por ejemplo, con quien el gobierno de Evo Morales había iniciado una agenda de 13 puntos que no sirvió absolutamente de nada, dio una vuelta de 360 grados. Hoy la exmandataria chilena, nuevamente candidata presidencial de su país y obedeciendo a la clase pinochetista, se sacó la máscara para mostrar sus verdaderos colmillos y sus más íntimas intenciones para Bolivia. Bachelet declaró ante la prensa de su país, en alusión a la demanda marítima boliviana en La Haya, que apoya a las decisiones del señor Piñera. Asimismo acotó, lo que siempre han dicho los gobernantes chilenos: “que le vaya bien a Bolivia, pero que respete los intereses de Chile”, ¿qué significa respetar los intereses de Chile? De seguro que para ellos significa: desviar el río Lauca (que pertenecía a Bolivia de canto a canto) a su favor, seguir usufructuando ilegalmente las aguas del Silala, defender el obsceno Tratado de Paz y Amistad con su ejército, seguir sembrando minas antipersonas en la frontera con Bolivia y recorrer los hitos en su frontera para ganar más territorio. Seguramente significa también tener acceso a las riquezas bolivianas, que Bolivia les venda gas y que nadie les haga recuerdo de su oscuro pasado con tres países: Bolivia, Perú y Argentina.

Pero ahora los tiempos han cambiado y Chile, pese a su desarrollo económico y en otros campos, no entiende este nuevo orden mundial. Chile no entiende que en Bolivia ya no existen gobernantes al estilo Melgarejo. El avance de un país no solamente se mide en términos económicos, sino también, entre otras cosas, en su forma de actuar con los países vecinos y con buenas relaciones diplomáticas. Bolivia, exportador de energía, es un país estratégico en el Cono Sur de América. Y, como nunca, es una sola voz en su demanda marítima.

Fuente: LA PATRIA
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