Sábado 11 de mayo de 2013
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En los últimos días de abril, dos buenas noticias sobresalieron sobre otros temas más rutinarios: la promulgación de la Ley del Libro “Oscar Alfaro” y la reinauguración de la piscina olímpica en el barrio paceño de Obrajes.
La norma sobre el libro tiene un alcance económico para que los precios de los impresos, sobre todo importados, sean más accesibles para todo público. Lo más importante es su objetivo central que es promover el ejercicio del derecho de todo boliviano a la lectura y a la escritura. Seguramente se refiere al idioma español, aunque no faltarán incentivos para publicaciones en idiomas originarios y en lenguas extranjeras.
El Presidente Evo Morales se anotó un buen punto con esta ley y es increíble que otras legislaturas, donde abundaban intelectuales, no prestasen atención al pedido constante de los editores, de los libreros y de gestores como Werner Guttentag. ¿Por qué no lo hicieron? En las últimas décadas sólo hubo atención para la Ley del Cine; otras iniciativas para fomentar la cultura fueron postergadas.
Algunos comentarios señalaron que el Ministro Pablo Groux no consultó a los interesados y que precipitó el tratamiento de la ley con afanes publicitarios, a los que suele ser tan afecto. Puede ser, pero más allá de los perfeccionamientos, éste es un gran instrumento para fomentar la creación de bibliotecas en todo el país.