Se ha iniciado una nueva movilización de trabajadores en el país. Esta vez con la problemática de la jubilación, algo que preocupa a miles y miles de mujeres y hombres que, estando cercanos al momento, aparentemente feliz (jubilación viene de júbilo; alegría) resultan angustiándose por la probabilidad muy cierta de percibir rentas muy inferiores a sus salarios de trabajadores activos.
PROPAGANDA
La propaganda oficial reza que la edad de jubilación mínima para varones y mujeres es de 58 años; aunque las mujeres pueden hacerlo a los 55, restando tres años por tres hijos o hijas. Además la propaganda reza que varios sectores (como el magisterio, por ejemplo) se jubilarán con el 70 por ciento de sus haberes regulares. Y es aquí donde empieza la confusión, pues los encargados de hacer los cálculos lo hacen de tal manera que el porcentaje anunciado no se cumple y más bien rebaja a 60, 55, y hasta 40 por ciento.
En tales condiciones mucha gente decide seguir aguardando una mejoría en las rentas, mientras continúa envejeciendo en el trabajo. En vista de que la propaganda oficial tampoco señala obligatoriedad de jubilación, mucha gente decide trabajar hasta la muerte, sin llegar a disfrutar de la jubilación.
CLARIDAD
Debería haber mayor claridad y sencillez en las cosas. El gobierno debería enfatizar que son necesarios 35 o más años de aporte para lograr aquel ansiado 70 por ciento y no hablar tanto de la edad. Porque resulta que mucha gente comenzó a trabajar por diferentes motivos (entre ellos los estudios mismos de profesionalización) relativamente tarde; por ejemplo, a los 30 o más años, luego tendría que retirarse a los 65 años, si es que la providencia divina le otorga esos años de vida.
Acá resulta interesante notar algo paradójico. Se dice que 15.000 entre maestras y maestros jóvenes están desocupados en el país. Miles de ellos y ellas egresaron entre los 23 y 25 años; pero ya llevan como desocupados unos cinco años, por ende se iniciaran en el trabajo a edades tardías, con las consecuencias a futuro ya explicadas líneas arriba. Entretanto, maestras y maestros en edad de jubilación siguen en las aulas, ¿Cómo trabajan?
SANGRE JOVEN
Habida cuenta del desgaste físico y mental que todo ser humano experimenta desempeñando cualquier trabajo, el rendimiento en edades maduras no llega ser el mismo. En definitiva, y esto está comprobado científicamente, existe una depreciación en las facultades humanas. Y si bien es cierto que la valiosa experiencia existe, esta puede ser útil en aspectos de orden moral y costumbrista, pero ya no en la aplicabilidad de los avances del conocimiento y la tecnología moderna. Así por ejemplo, muchas personas que han pasado los cincuenta años encuentran dificultades a la hora de manejar una laptop. Entretanto niños pequeños, con solo unas cuantas indicaciones, desarrollan habilidades asombrosas en el manejo de las mismas.
La nueva reforma educativa del Gobierno para salir adelante y tener éxito requiere de sangre joven, de aquellos y aquellas maestras que están desocupados y que han sido formados con otros conocimientos y otra mentalidad en los últimos años.
Por tanto sería sabio de parte del Gobierno estimular con mejores porcentajes y condiciones la jubilación de maestras y maestros que ya dieron lo mejor de sí a la educación y que, ahora, aunque rebosantes de buenas intenciones, ya no están a la altura de las circunstancias. Que la gente mayor disfrute de su jubilación está en manos del Gobierno.
(*) Comunicador Social
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