Aunque los oriundos de Oruro y seguramente los de Potosí también, nos resistimos a creer que nuestra economía regional esté confrontando serios problemas, reconocemos que sí los tenemos pero no para alarmarse; resulta que una serie de datos contenidos en la Memoria de la Economía Boliviana 2012 que presentó recientemente el Ministerio de Economía refiere que en el caso de Potosí el crecimiento económico se redujo de 4,5 a sólo 2 por ciento, en tanto que Oruro también registra un bajón de 3,9 a 2 por ciento el año pasado.
La coincidencia tiene relación directa con la condición específica del sistema productivo de ambos distritos que dependen de la minería y la metalurgia. El informe añade que la contracción económica se explica por la caída de la actividad minera que tiene una incidencia directa del 50% en el Producto Interno Bruto (PIB) departamental. La causa está en las variables negativas de los precios internacionales de minerales, que significa además un aumento del volumen de ciertas exportaciones, pero sin poder contrarrestar el efecto que marcan los valores específicos de recursos financieros recuperados.
Este hecho que muestra una realidad muy concreta en la economía dependiente de los recursos mineralógicos que son parte básica del sustento presupuestario de gobernaciones y algunos municipios de los departamentos de Oruro y Potosí, obliga a repensar seriamente en la alternativa de impulsar proyectos que permitan diversificar la economía de cada distrito en base a cualidades naturales que por características de clima especialmente se presentan como elementos también coincidentes.
La producción de quinua en ambos casos tiene índices satisfactorios cuando se habla de la exportación del requerido “grano de oro”, sin embargo y esto se reconoce de manera general, la mayor producción y de reconocida calidad de quinua corresponde a Oruro, un rubro que permite compensar de algún modo los ingresos disminuidos de las regalías mineras.
Otro detalle que favorece a Oruro en su sostenimiento económico es el de la ganadería, especialmente la que corresponde a la carne de llama con una demanda inclusive en mercados externos donde se conoce de las bondades del producto con cero contenido de colesterol y además con atributos nutricionales.
Más allá de algunas condiciones paralelas de los departamentos mineros, en el caso de Oruro, prevalece otra condición de latente actualidad y es el volumen de la actividad comercial que se produce con una serie de variantes en función al movimiento de capitales, la importación legal de cierta mercadería y la introducción ilegal de otra, que sin embargo configuran un altísimo movimiento comercial que se observa en las ferias y en las calles, con un efecto de doble sentido pues por un lado hace frente a la desocupación reinante y evita conflictos sociales, pero por otro genera una abierta evasión impositiva que la oficina de impuestos busca neutralizar.
En todo caso la economía formal de nuestro distrito ha sufrido una contracción en el último tiempo, la que se siente en la menor circulación de dinero, hecho que no debería incidir en la realización de algunas obras que no se ejecutan por falta de capacidad de autoridades para realizar una adecuada ejecución presupuestaria.
Estamos viviendo un proceso de fuertes contradicciones en materia financiera que afectan con seguridad a nuestra economía regional, sin embargo hay prioridades que deben cumplirse con el buen uso de los pocos recursos que tenemos. El reto es para autoridades y empresarios.
Fuente: LA PATRIA
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