¿Se acuerdan de que teníamos que ser la Suiza de América? Eran las horas románticas que siguieron a la conquista del poder. Con gran entusiasmo, el Apu Mallku vio que aquello estaba a la vuelta de la esquina. Si él llegó a ser Presidente, ¿por qué Bolivia no había de ser lo que deseaba? ¡No faltaba más! De entonces han corrido siete años pesados, la verdad. Y la tal Suiza, ni tomando opio. Otra cosa había sido con guitarra, debió decir para sus adentros; tal vez incluso para sus afueras.
Bromas aparte, la cosa ahora es seria. De aquí a sólo 12 años, esto es, el año 2025, Bolivia ni se parecerá a lo que es hoy: pobre, caótica y bloqueada. Esos mismos brujos que inventaron las 36 referencias ignotas del Plurinacional, han visto en coca el promisorio futuro del imperio masista. Lo dan por hecho no sólo que vivirán hasta esa fecha, sino que mantendrán en sus manos las riendas del poder. “No estamos de paso; hemos venido a quedarnos, hermanas y hermanos”.
Son los futurólogos del Palacio Quemado. Lo dejaron para aprendiz a Alvin Toffler quien, como se sabe, es autor de tres libros famosos. El último titula justamente “El cambio del poder” (1992). Hay coincidencias extrañas: el de los cocaleros se llama “proceso de cambio”. Ambos hablan de cambios. Según Toffler, tres tipos de poder generan las transformaciones en el mundo moderno: el de las armas, el del capital y el del conocimiento. Del otro no se sabe gran cosa, nada raro que sea el del infierno.
Es también posible que el “13” sea de los brujos. Este número es fatal y nos persigue como un maleficio. Para empezar, ahí está el suceso de Cajamarca en 1532. ¿Se acuerdan? Eran 13 los que decidieron seguirle a Pizarro. Y después, en cuestión de minutos, cayó el gran Imperio Socialista. Un leve gesto del Inca pudo haber movilizado a los 30 mil guerreros a su mando; pero la excesiva concentración de poder en un solo hombre lo perdió. Con astucia los españoles sólo redujeron al autócrata. Y fue suficiente. Los socialistas de hoy no aprendieron la lección. El jefazo va por las huellas de Atahuallpa.
En la “agenda sin exclusiones”, otra vez nos tocamos con el fatídico “13”. Con intención explícita hubiera sido complicado domeñar la brava índole del mandatario indígena. Pero si ante la astucia cayó todo un imperio, ¿cómo no va a ser posible marear la perdiz utilizando el mismo recurso? Cinco años y el mar quedó más lejos y en silencio. “La confianza mutua” y “la diplomacia de los pueblos” sólo habían sido palabras. En cambio, como si no ocurriera nada, el Silala fue a dar a la lista de las cosas pendientes. En términos futbolísticos, Chile ganó sin sudar la camiseta. Se dice que también ahora, allá en Holanda, se adjudicó otra victoria, sin ni siquiera entrar a la cancha.
Como decíamos, la cosa ahora es seria. Tan seria que otra vez está el “13” en la agenda fantástica del bicentenario. Dizque se celebrará en esa ocasión, entre otras cosas, la erradicación de la extrema pobreza, y también (¡hay que asombrarse!) el retorno del mar cautivo a Bolivia. Desde ahora para entonces y desde entonces para ahora, un escudero desocupado tomó a su cargo la tarea. La platita enloquece y corre a raudales por la alforja de los ventajeros que ya corren hacia el 2014, con Tribunal Constitucional y todo, sin esperar la señal de la bandera a cuadros.
(*) El autor es pedagogo y escritor.
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