Loading...
Invitado


Domingo 28 de abril de 2013

Portada Principal
Revista Dominical

Como yo los he amado

28 abr 2013

Fuente: LA PATRIA

Por: Bernardino Zanella - Siervo de María

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

En la sociedad, la división de roles dentro de una institución no constituye simplemente un reparto de tareas, para su buen funcionamiento, sino la constitución de una jerarquía con diversidad de importancia, de reconocimiento y de honor.

Jesús no niega la diversificación de tareas en su comunidad, pero indica un criterio de igualdad y de servicio recíproco que supera todas las discriminaciones.

Leemos en el evangelio de San Juan 13, 31-33. 34-35:

«Durante la última cena, después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en El, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como Yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”».

La misión de Jesús ha sido la de manifestarnos el amor del Padre y enseñarnos a vivir como hijos e hijas, realizando un proyecto de vida que sea reflejo del amor del Padre. Lo ha enseñado con palabras y hechos, viviendo coherente y fielmente el camino del amor, hasta dejarse matar. Lo asesinan los que se oponen a ese proyecto, porque tienen otro, y se sienten juzgados y amenazados en sus intereses por la propuesta de Jesús.

Durante la última cena de su vida, Jesús se entrega en las manos de Judas: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto”, y cuando el traidor sale para realizar su proyecto de entregarlo a sus adversarios para que lo maten, Jesús declara: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él”. La gloria de Dios no es otra cosa que su inmenso amor, que se manifiesta a través de Jesús, y la gloria de Jesús será su “exaltación” en la cruz, manifestando al Padre y a la humanidad su amor total. Fruto de la entrega de su vida será el don del Espíritu. Para el discípulo de Jesús, vivir para la mayor gloria de Dios significará reproducir en su vida ese mismo amor, animado por su Espíritu.

Jesús tiene conciencia de que su muerte es inminente, y que esa es su última cena con sus discípulos: “Ya no estaré mucho tiempo con ustedes”. Quiere dejarles como testamento su enseñanza extrema: “Ámense los unos a los otros”. Es “un mandamiento nuevo”. El mandamiento antiguo decía: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas… Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Ahora el centro es otro: el amor recíproco; y tiene otra medida: no sólo amar al otro con el mismo amor con que uno alimenta y cuida su vida, “como a ti mismo”, que ya era un compromiso muy exigente, sino amarlo con la misma medida y la misma motivación con que Jesús nos ha amado. Jesús no pide nada para sí, ni para Dios. Con la fuerza de un mandamiento, pide que el que quiera seguirlo sea capaz de amar con un amor parecido al suyo, gratuito y libre, concreto, sin discriminación, hasta dar la vida. Durante la misma cena, “el que había amado a los suyos que estaban en medio del mundo, les demostró su amor hasta el extremo”: se puso a lavarles los pies. Es la actitud que los discípulos deberán tener siempre: “También ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”. Éste es el estatuto de su comunidad.

También la eficacia de la misión dependerá de esa capacidad de amor sin límite: “En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”. No hay idiomas, leyes costumbres, ornamentos, ritos, doctrinas, que identifiquen al discípulo en medio de la sociedad. Sólo el amor será la característica distintiva, que hará posible reconocer a los seguidores de Jesús: constituirán en el mundo un humilde signo de que es posible la fraternidad universal a que toda la humanidad está llamada.

Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos: