En torno a colonialismo y la reivindicación marítima
22 abr 2013
Por: Marcelo Arduz Ruiz
Ante todo, se debe reseñar que el enclaustramiento geográfico que afecta al país presenta todas las características de un caso esencialmente colonial, como la invasión y usurpación territorial sin declaratoria de guerra; la explotación intensiva de recursos y riquezas ajenas como sustento de la actual prosperidad del otro Estado y una ocupación ilegal de más de cien años sin avizorarse hasta hoy algúna solución.
En 1879, Chile se lanzó a la conquista de territorios tanto bolivianos como peruanos, sin que mediaran disputas o conflictos limítrofes, pues hasta la Constitución Política anterior al conflicto señalaba expresamente los límites de su jurisdicción colindante con la costa de Atacama, la cual fue invadida con afán indisimulado de apropiarse de riqueza prodigiosa en materias primas, justificando Chile la usurpación como su “segunda independencia”.
Aún bajo la óptica de las caducas guerras de conquista, correspondía que perdiendo la misma cantidad territorial el país mantenga su cualidad marítima con la cual naciera a la vida independiente, pero con la mala fe que caracteriza al gobierno chileno se prefirió no dejar abierta la ulterior compensación de una salida al mar, como pactara con el Perú, pasados diez años del conflicto, devolver Tacna y Arica (habiendo de todas maneras incumplido el Tratado al devolver sólo Tacna).
Ante la necesidad de consolidar el respaldo a la reivindicación marítima como “Asunto de Interés Hemisférico Permanente” logrado en la OEA, era conveniente que de la instancia regional se diera un salto al del escenario mundial al obtener en el foro de Naciones Unidas una declaración similar; planteamos a través de una serie de artículos la inscripción del enclaustramiento boliviano en las listas de la Comisión de Descolonización de la ONU, bajo cuya mediación se había logrado la transición pacífica a la soberanía en numerosos territorios en África y Asia.
Sin duda alguna, el rol que antes desempeñara eficientemente la ONU en la preservación de la paz mundial y de los conflictos internacionales, en la actualidad se ve afectado por la creciente injerencia norteamericana por lo cual se podría suponer que la teoría reseñada caería en aquello que el connotado diplomático Walter Montenegro calificara como el recuento de “Oportunidades Perdidas”, pero también recordemos la opinión de otro gran internacionalista, el Dr. Jorge Ovando Sanz, quien en su obra “El enclaustramiento no será perpetuo” apunta que en cuanto a la reivindicación marítima “el concepto de colonialismo puede afianzar nuestra posición muchas veces gastada en explicaciones sentimentales, patrioteristas o de rencor vengativo”…
Pasados algunos años, en 1990 el asunto cobraría nueva vigencia en momentos en que el entonces Presidente de la República tuvo una brillante intervención en el foro de las Naciones Unidas, aseverando que a lo largo de la historia “el país perdió territorio sobre el Amazonas, pero no por ello dejó de ser un país amazónico; perdió territorio sobre la cuenca del Plata y no por ello dejó de ser un país rioplatense; pero perdió territorio sobre el océano Pacífico y dejó de ser un país marítimo”.
Pese a que en aquella oportunidad el Canciller remarcó en todas sus intervenciones que el asunto era “un caso colonial”, pues allí el país no sólo había perdido “cantidad” de territorio, sino la “cualidad” marítima con que nació a la vida independiente; a último momento el gobierno nacional tuvo que desistir de plantear oficialmente el tema en la organización, ante las presiones ejercidas por el gobierno chileno de retirar el financiamiento aprobado para la construcción de la carretera a Tambo Quemado, por lo cual en la actualidad es conveniente preservar el corredor bioceánico de toda injerencia chilena.
En la coyuntura actual, si tenemos en cuenta que la motivación central de la gesta emprendida por Bolívar fuera la devolución de las tierras americanas a sus legítimos propietarios, resulta inadmisible que un país vecino alentado por los intereses de una potencia extra continental, haya despojado a los pobladores originarios de la “Hija predilecta del Libertador” de su antigua heredad, actitud esta que ni siquiera los antiguos conquistadores se habían atrevido a asumir pese a haberles privado de sus más elementales derechos.
Recordemos que el Libertador, al constituirse en el Primer Presidente de la naciente república, como tarea prioritaria de su mandato emitió el decreto del 28 de diciembre de 1825, estableciendo en la región de Atacama el puerto mayor de todo el país con el nombre de la Mar, para canalizar la mayor parte del flujo comercial del país a través de ese enclave.
Atenidos al legado de quien fuera el Paladín de la descolonización en tierras americanas, ante la conciencia de la comunidad internacional a Chile le corresponde devolver a la nación cautiva, el acceso al espacio marino de comunicación con el mundo que le otorgara la gran gesta de la emancipación americana, con mayor razón si en ningún acápite del Tratado impuesto con felonía consta que el pueblo boliviano haya renunciado a esa cualidad con las que naciera a la vida independiente.
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