Si Nicolás Maduro Moros hubiera ganado las elecciones presidenciales venezolanas por un margen cercano al 15%, como preveían las encuestas, entonces el sucesor de Hugo Chávez Frías habría tenido las posibilidades reales de encarar el futuro de su país con un margen de confianza suficiente para solucionar los problemas futuros con éxito. Inclusive un 5% marcaba los límites requeridos. No obstante, una diferencia inferior al 2% tiñe su devenir con enormes nubarrones plagados de incógnitas grises, como una gran incertidumbre que preocupa a los sustentadores de un socialismo del siglo XXI que ya presentaba profundas lagunas estructurales hasta la muerte del líder de un proceso de más de tres décadas.
El socialismo no es una utopía, ni siquiera comunismo, representa una idea de bienestar transitorio. La Revolución según Marx significaba la transformación radical de la sociedad, el cambio absoluto, la totalización del ser humano, algo que implicaba destruir para construir, transformar para producir y esto es el comunismo.
Entre los principales problemas del partido gobernante de Venezuela, que vacila entre un populismo amorfo y un socialismo carente de fe, sus principales dificultades se encuentran en carencias graves que se refieren a problemas sistemáticos, descubiertos en los siguientes:
1. Nicolás Maduro tiene graves limitaciones teóricas, quiere parecerse a Chávez, pero ni siquiera intenta superarlo, condición necesaria para el futuro exitoso del proceso. No es copiando a Chávez que logrará triunfar. Sus bases teóricas son limitadísimas: sabe muy poco de la teoría revolucionaria y peor todavía de la historia de los procesos revolucionarios latinoamericanos.
2. La falta de un proyecto de construcción del socialismo a largo plazo. Cómo profundizar política y socialmente el proceso si no existe un norte claro, lo del socialismo del siglo XXI es ambiguo, no ofrece respuestas racionales a incógnitas cruciales. El enfrentamiento con los Estados Unidos no deja de ser discursivo y el planteamiento de aplastar las condiciones de reproducción de la burguesía venezolana está vacío de contenido y resulta irresponsable cuando este país no cuenta con sólidos apoyos externos.
3. La presencia de una oposición sólida que supo aprender de sus errores y le rebate a Maduro en su escenario, el del debate claro. Capriles tiene una tendencia consistente, basada en la idea de que se debe respetar el pensamiento ajeno.
Además, en el planteamiento económico del PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela) se observan graves contradicciones:
1. La dependencia estructural de la economía de Venezuela que está presa del petróleo.
2. Las periódicas devaluaciones hacen ver la dependencia estructural de la economía venezolana.
3. Las reservas internacionales de Venezuela alcanzan a apenas 27183 millones de dólares, apenas por encima del 200 % de Bolivia (13 mil millones de dólares).
La situación de Venezuela es crítica. Según el FMI (Fondo Monetario Internacional) su economía crecerá apenas en un 0.1% este año. Y las previsiones futuras son más negras. Un país que no puede crecer en un margen de por lo menos 4% está condenado al fracaso. Y peor todavía, la inflación será del casi 30%, asunto dramático.
La solución pasa por un acuerdo programático Maduro-Capriles, hecho que es muy difícil, pero necesario. Implica respetar las nacionalizaciones de Hugo Chávez, pero significa un freno, un finito a la burocracia estatal, la que debe ser limitada hasta el punto que no tenga preponderancia. El socialismo es mucho más que discurso.
Es muy difícil transitar por terrenos revolucionarios, no obstante resulta imprescindible seguir a Marx y Lenin en sus ideas de que el Mundo es perfectible y que el comunismo es posible y necesario.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.