Murió el Padre Monast conocido como “El cura de poncho blanco”
20 abr 2013
Fuente: LA PATRIA
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El martes 16 de abril, falleció el Padre Santiago Monast, conocido como el “Cura de Poncho Blanco”, de 87 años de edad, muy reconocido por las obras que realizó en comunidades del occidente del departamento de Oruro, principalmente en el área de la educación. Perteneció a la congregación Misioneros Oblatos de María Inmaculada (OMI), de la iglesia Católica.
Nació en Quebec, Canadá, el 2 de enero de 1926. Su convicción: “Yo quise ser misionero, he venido como tal y fui feliz”. Llegó a Bolivia en el año 1954. Fue habitante de Turco desde 1958 y se consideraba un verdadero y originario “Turqueño”.
Uno de sus aportes a este pueblo en particular fue el impulso para la construcción del colegio “Canadá” para la educación de los niños del lugar.
En el municipio de Corque apoyó la creación del primer colegio denominado “Cristo”, que estaba a cargo de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada (OMI). En 1961 este colegio se convirtió en la Escuela Normal Rural “Santa María” de Corque, que tenía por objetivo formar educadores para las escuelas del área rural.
Los primeros estudiantes de esa época provenían de las localidades de Turco, Corque, Choquecota y Huachacalla y otras provincias. De ella egresaron nueve flamantes profesores provenientes de Turco (1964-1966).
Ángel Mollo, profesor normalista, recuerda: “Los Oblatos llegaron a Turco en 1955; el primero en llegar fue el padre Santiago Monast. Él nos animó a los que estaban en el sexto curso; podríamos ir al colegio “Cristo” de Corque a continuar nuestros estudios”.
Los flamantes egresados de las tres promociones, con el apoyo del padre Santiago Monast, diseñaron e impulsaron la creación del colegio “Canadá” en Turco. Es así que el 10 de mayo de 1968, se fundó el segundo colegio en el área rural. Por agradecimiento al padre Santiago Monast, los lugareños pidieron que lleve su nombre, pero el padre Santiago ante esta petición, sugirió que se llame “Canadá” como su país natal. Él fue el primer director.
Compartió su vida y su misión durante 36 años en los pueblos de Jach’a Carangas, departamento de Oruro, principalmente en las poblaciones de Turco, Corque y Huayllamarca, entre otros.
Durante su permanencia en Turco logró tener alrededor de 200 ahijados. Fue siempre muy cariñoso con los niños a quienes los llamaba “ratoncitos”. Amaba la tecnología de su época, contaba con una biblioteca con muchos libros -entre los cuales se encontraba su obra “El Universo Religioso de los Aymaras”-, y videos en sistema Betamax y VHS. Fue un gran jugador del ajedrez. Su memoria era incomparable; recordaba cosas, nombres, lugares e historias de los pueblos con mucha facilidad y precisión.
Fuente: LA PATRIA
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