Martes 16 de abril de 2013
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Editorial y opiniones
LA PALABRA ENCARNADA
Un proyecto de nunca acabar, la ruta al mar
16 abr 2013
Por: Jorge Lazzo Valera
La construcción del camino Oruro-Pisiga tiene una larga data y su historia podría llegar a más de siete décadas de antigüedad si nos remitimos a la primera propuesta que surgió de un grupo de visionarios empresarios, intelectuales y cívicos orureños que soñaban llegar a las costas del Pacífico en seis horas. Ellos querían sentar efectiva y valiente soberanía en su lucha por reclamar la devolución de nuestro territorio usurpado en una cruenta guerra por Chile.
Esos hombres visionarios, creativos y románticos soñadores de aquella época, en el siglo pasado, ya propusieron unir los dos océanos, el Pacífico con el Atlántico teniendo como principal vínculo a Oruro y Bolivia, puesto que se advertía la urgente necesidad de tener un acceso directo a las costas del Pacífico, para transportar cientos de miles de toneladas de carga que se genera en el Brasil, desde donde resulta muy costoso el transporte por la gran distancia que deben recorrer los barcos hacia el Perú para llegar desde el Atlántico al Pacífico.
La idea resultó ser magnífica, por no decir genial, empero el centralismo secante de la sede de gobierno buscó impedir de todas formas esa vinculación natural, porque “el contacto con otros países debe ser una responsabilidad directa de los administradores del gobierno” de turno y, es así que se fue fondeando el anhelado proyecto vial Oruro-Pisiga al extremo que se construyó primero la ruta Patacamaya-Tambo Quemado, para “controlar desde La Paz la salida al Pacífico”. Jamás se pudo cumplir ese objetivo político, por la estratégica posición geográfica de Oruro y la migración de masiva población orureña y potosina a la ciudad de El Alto de La Paz.
