Silvio Rodríguez Domínguez. San Antonio de los Baños – Cuba, 1946. Cantautor de innumerables composiciones de profundo lirismo, grabadas en discos como Días y Flores (1974), Al final de este viaje (1978), Mujeres (1978), Rabo de nube (1979) y Unicornio (1982). Es autor del libro Canciones del mar (1996), donde narra el viaje de cuatro meses y dos días a bordo del motopesquero Playa Girón, en 1969, ocasión en la que compuso canciones memorables como Ojalá, Cierta historia de amor, La primera mentira, Debo partirme en dos y Cuando digo futuro.
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A dónde van
¿Adónde van las palabras que no se quedaron?
¿Adónde van las miradas que un día partieron?
¿Acaso flotan eternas,
como prisioneras de un ventarrón,
o se acurrucan entre las rendijas (hendijas),
buscando calor?
¿Acaso ruedan sobre los cristales,
cual gotas de lluvia que quieren pasar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y adónde van...?
¿Adónde van?
¿En qué estarán convertidos mis viejos zapatos?
¿Adónde fueron a dar tantas hojas de un árbol?
¿Por dónde están las angustias,
que desde tus ojos saltaron por mí?
¿Adónde fueron mis palabras sucias
de sangre de abril?
¿Adónde van ahora mismo estos cuerpos
que no puedo nunca dejar de alumbrar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y adónde van...?
¿Adónde van?
¿Adónde va lo común, lo de todos los días:
el descalzarse en la puerta, la mano amiga?
¿Adónde va la sorpresa,
casi cotidiana del atardecer?
¿Adónde va el mantel de la mesa,
el café de ayer?
¿Adónde van los pequeños terribles encantos
que tiene el hogar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y adónde van…?
¿Adónde van?
Llover sobre mojado
Despierto en una erótica caricia
y sin amanecer me estoy quemando.
Ruego que antes del fin de la delicia
la luz me diga a quién estoy amando.
Hago un café romántico o barroco,
recobro mi cabeza en agua fría
y en el espejo veo al viejo loco
que cada día piensa que es su día.
Vaya forma de saber
que aún quiere llover
sobre mojado.
Leo que hubo masacre y recompensa,
que retocan la muerte, el egoísmo.
Reviso, pues, la fecha de la prensa.
Me pareció que ayer decía lo mismo.
Me entrego preocupado a la lectura
del diario acontecer de nuestra trama.
Y sé por la sección de la cultura
que el pasado conquista nueva fama.
Salgo y pregunto por un viejo amigo
de aquellos tiempos duramente humanos,
pero nos lo ha podrido el enemigo,
degollaron su alma en nuestras manos.
Absurdo suponer que el paraíso
es solo la igualdad, las buenas leyes.
El sueño se hace a mano y sin permiso,
arando el porvenir con viejos bueyes.
Un obrero me ve, me llama artista,
noblemente, me suma su estatura.
Y por esa bondad mi corta vista
se alarga como sueño que madura.
Y así termina el día que redacto,
con un batir de ala en la ceniza.
Mañana volverá con nuevo impacto
el sol que me evapora y me da prisa.
El día feliz que está llegando
Se está arrimando un día feliz
como hace un barco tras sus meses.
Se está acercando un día de abril,
un día de abril se va a arrimar
a los finales de noviembre.
Y yo me apego más al mar,
me hermano doble de los peces.
Yo enciendo leña en el hogar
que vio brillar la tempestad
que guía el curso de estos meses.
Se está arrimando un día de sol,
un día de duendes en añejo.
Se acerca un pájaro feroz
zumbando al goce de tu olor.
Se acerca un tiempo de conejos.
Y a mí me escarba la ansiedad,
me escarba hondo, acá, en lo blando.
Me escarba simple de escarbar,
como para que se hunda más
el día feliz que está llegando.
Mariposas
Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero
desde que sé que no vendrás más nunca.
He vuelto a ser aquel cantar del aguacero
que hizo casi legal su abrazo en tu cintura.
Y tú apareces en mi ventana,
suave y pequeña, con alas blancas.
Yo ni respiro para que duermas
y no te vayas.
Qué maneras más curiosas
de recordar tiene uno,
qué maneras más curiosas:
hoy recuerdo mariposas
que ayer solo fueron humo.
Mariposas, mariposas
que emergieron de lo oscuro
bailarinas, silenciosas.
Tu tiempo es ahora una mariposa,
navecita blanca, delgada, nerviosa.
Siglos atrás inundaron un segundo
debajo del cielo, encima del mundo.
Así eras tú en aquellas tardes divertidas,
así eras tú de furibunda compañera.
Eras como esos días en que eres la vida
y todo lo que tocas se hace primavera.
¡Ay mariposa!, tú eres el alma
de los guerreros que aman y cantan
y eres el nuevo ser que (hoy) se asoma
por mi garganta.
Fuente: LA PATRIA
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