El plácido valle chapaco estalla en colores; se combinan una infinidad de tonos verdes y racimos de negras uvas listas para convertirse en vino; todo, envuelto en el infinito del cielo azul que invita a disfrutar de un clima de extraordinarias características.
Los campos que se extienden a orillas del rio Guadalquivir, no sólo regalan frutos que luego se convertirán en una infinita variedad de vinos y singanis que han logrado posesionarse en todo el país y ahora en el exterior, como una muestra de la riqueza de los frutos de altura, y como una forma de exponer la habilidad y el profesionalismo de quienes elaboran esos productos, cada vez más especializados y modernizados; eso, permite que sus vinos y singanis tengan la calidad que le permite competir con las mejores marcas a nivel mundial. Por otro lado, las aguas de su río bañan grandes extensiones forestales, que estuvieron a punto de desaparecer por la acción de avasalladores inescrupulosos que destruían el bosque, la flora y la fauna; felizmente, una ley promovida por el Consejo Municipal, frenó estos propósitos destructivos.
Así es Tarija, uno de los Departamentos con mayores ingresos en el país, paradójicamente, la que menos proyectos ejecuta. La gobernación es todo un campo de batallas políticas, donde el gobernador dice que es “transparente” (debe ser porque no se lo ve); con autoridades interinas, que no muestran mucho interés, para presentar planes de desarrollo serios, imaginativos y sostenibles, ya sea por falta de capacidad o exceso de politización en el caminar de las autoridades que han mostrado terror de equivocarse al momento de hacer inversiones regionales. Al final, los tarijeños no tienen culpa alguna, porque no los eligieron, fueron impuestos por el oficialismo.
Como la mayoría de los Departamentos del país, y Tarija con mayores merecimientos, necesita levantarse de esa especie de letargo que lo va consumiendo con la ayuda del conformismo. Su gente, de valores inigualables, precisa de un urgente despertar a una realidad que le permita vislumbrar un futuro halagüeño. Porque, si hoy su riqueza se basa en la explotación de los hidrocarburos, tiene que saber que son recursos no renovables y estos se acabarán tarde o temprano; ¡y después qué!
La unidad es su fortaleza; ser visionarios es su obligación; buscar líderes y autoridades que sirvan a la región, debe ser su meta. Tarija tiene todo para despegar; la naturaleza le ofrece lo mejor y es tiempo de aprovechar sus beneficios. Felizmente, existen -pocos pero existen- empresarios visionarios que están logrando posesionar sus productos vitivinícolas, que sí son renovables, en mercados del exterior; pero eso, es sólo parte de lo que la hermosa tierra tarijeña puede aprovechar.
Ahora es el turno de la juventud, que con la sabia enseñanza de los mayores puede lograr otros emprendimientos, sabiendo que los recursos no renovables tienen un límite de aprovechamiento. Apostar al turismo científicamente planificado; industrializar el agro; crear nuevos proyectos industriales que beneficien a la ciudad y al campo; apostar a una planificación cultural de largo aliento y tantas otras cosas que permite el ubérrimo valle, debieran ser las metas de desarrollo.
En este 15 de abril, es preciso buscar alternativas al olvido y la postergación a la que la condenó el eje central y todos los gobiernos, que a su turno, se olvidaron que en Bolivia también existen grandes, florecientes y generosos valles a orillas del río Guadalquivir, donde sus apacibles moradores, todavía tienen la dicha de llamarse “La Capital de la Sonrisa”.
Por lo menos... esa es mi opinión.
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