Sábado 06 de abril de 2013
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Una vez más se anuncian aumentos salariales a los que ganan menos, sin enfrentar dos asuntos que se arrastran y se agravan desde hace un lustro: la falta de una política salarial integral, como hubo en el país hasta 1985; y el desprecio al trabajo de los profesionales.
La medida del Presidente de la República Evo Morales de acortarse su salario tenía más de demagogia que de bien común, como lo comentamos en otra ocasión. Mejor era optar por donarlo, como hacen Obama o Mujica.
En apariencia era para ser austeros y así lo entendió y aplaudió la masa popular. Sin embargo, una segunda lectura nos preparaba para el desfase en la modernización del Estado porque era una antesala a la migración de los profesionales preparados.
La decisión fue acompañada con una norma prohibiendo que cualquier ciudadano gane más en cualquier nivel estatal. Los hechos muestran que esa actitud fue estrepitosa para la institucionalidad de la administración pública y para su eficiencia y eficacia.
Los sueldos y salarios dentro del Estado no pueden superar los quince mil bolivianos. Esto se ha traducido en la estampida de científicos y de especialistas que gastaron años de su vida para estudiar y para trazar una comodidad económica familiar. En el Estado Plurinacional, los profesionales son mal vistos, hasta despreciados. El propio Morales dijo que era feliz por no haber pasado por las aulas universitarias.