Miercoles 03 de abril de 2013

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Editorial y opiniones
Para comprender la descentralización en Bolivia
03 abr 2013
Por: B. Marianela Vidaurre R.
Generando una nueva relación centro – periferia la descentralización no es un fin en sí misma, sino un proceso que en América Latina se ha orientado a la consolidación democrática y el desarrollo económico. Deben distinguirse los tres tipos primordiales: desconcentración, delegación o devolución. La implementación de la devolución permite la creación o fortalecimiento financiero y legal de las unidades de gobierno subnacional, cuyas actividades están fuera del “control directo” del gobierno central, es decir, cuentan con autonomía e independencia; delimitadas por un espacio geográfico determinado contando con una autoridad exclusiva con facultades también exclusivas. Las experiencias de otros países explicitan que los ciudadanos perciben que los gobiernos locales pueden identificar oportunamente sus problemas inmediatos y procurar una solución, mucho antes que el gobierno nacional.
La devolución como la forma más profunda de descentralizar abarca tres dimensiones fundamentales: política, administrativa y fiscal. La primera abarca la elección popular de las autoridades, arreglos institucionales para que los ciudadanos participen en la toma de decisiones, existencia de mecanismos de control social, rendición de cuentas y la delimitación espacio – territorial. La dimensión administrativa implica la transferencia de competencias en el ámbito de servicios, planificación, coordinación y promoción de la participación social. La tercera dimensión, fiscal, debe orientarse a identificar las necesidades de los ciudadanos, optimizar la asignación de bienes públicos, distinguir las fuentes de los ingresos locales (generación de recursos propios o transferencias) y la libre disponibilidad de los mismos (decisiones independientes o recursos etiquetados).