La estrategia de la geopolítica marítima boliviana
01 abr 2013
Por: Jorge Lazzo Valera
La salida libre y soberana a las costas del Pacífico según la nueva propuesta del gobierno del Estado Plurinacional, señala que “Bolivia hará valer su derecho de volver al mar con soberanía”, empero constituye un anuncio como la demanda contra Chile ante el Tribunal de Justicia de La Haya. Si en verdad se quiere reclamar ese derecho, la política exterior boliviana tiene que tener una estrategia para la geopolítica marítima de Bolivia, lo contrario es ir al fracaso más aún si ya se tiene la intención de llegar al Pacífico por las costas del Perú, decisión que no es la más acertada.
El Presidente Evo Morales, aseguró que “con la fuerza de la razón y la calidez de la unidad del pueblo boliviano haremos valer ante el mundo nuestro derecho de tener un acceso soberano al mar”, destacando que la solidaridad de la comunidad internacional está manifiesta a favor de Bolivia en esta dura batalla por retornar al mar con soberanía. Esa justificación debe obligar a los estrategas del Poder Central a diseñar la mejor estrategia geopolítica boliviana, puesto que las relaciones de nuestro país son de la mayor importancia y trascendencia para Chile y su futuro, con preferencia para su crecimiento económico y social.
La política externa de las relaciones Chile-Bolivia en una mirada constructiva en el siglo XXI así lo reconoce, más aún si los gobernantes del Mapocho saben que une a Chile con Bolivia no sólo una estrecha vecindad geográfica y humana, sino que también un futuro común que fortalecerá su vínculo directo con el Asia para poder facilitar su acceso por nuestro territorio hasta el Atlántico y viceversa, tomando en cuenta el nuevo modelo de integración económica latinoamericana y mundial.
Bolivia no puede estar al margen de esa economía y ser sólo observador de la alianza del Pacífico que unen a Chile con el Perú y Colombia, que genera además un espacio económico nada despreciable en América del Sur, por la relación que se gesta entre Brasil y México, para hacer de la región latinoamericana una potencia económica que bien podrá reemplazar a la decadente europea que busca una renovación y oxigenación en los países de Sudamérica.
En este sentido no se puede dejar de lado los esfuerzos encaminados por anteriores gobernantes de La Moneda en Chile que han impulsado iniciativas destinadas a intensificar el diálogo con Bolivia, actitud demostrada con el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas y también encuentros presidenciales, como ocurrió en varias oportunidades con la presidenta chilena Michelle Bachelet con quien se logró un acuerdo de 13 puntos que consignaba con preferencia la posibilidad de analizar la otorgación de un acceso soberano a las costas del Pacífico para Bolivia.
Ese avance es significativo y no se puede tirar por la borda, por la actitud dictatorial, soberbia y hasta engreída del actual mandatario chileno Sebastián Piñera, quien hace gala de su falta de conocimiento de diplomacia internacional y lo que es más, pese a ser un empresario que opera en el Norte de Chile, pretende ignorar las ventajas que tienen la I Región de Tarapacá al mantener un gran comercio con Bolivia, lo que es reclamado al jefe de Estado que ya concluirá su mandato y que con seguridad no tendrá respaldo en las zonas marítimas de Arica, Iquique, Antofagasta, Valparaíso entre otras, para una reelección, por los gruesos errores cometidos en su administración.
Así se enfría también una relación construida por el expresidente chileno Ricardo Lagos, quien trabajó con gobernantes bolivianos para mejorar las condiciones de acceso útil de Bolivia al mar, lo que supone tener una salida soberana a las costas del Pacífico, siendo la principal ruta para lograr ese objetivo el departamento de Oruro, por su estratégica ubicación geográfica, su conexión directa a los puertos de Arica, Iquique y Antofagasta y por ser paso obligado para llegar por Cochabamba y Santa Cruz al Brasil para ingresar al Atlántico, a través de la vía interoceánica que debe ser la primera ruta que habilite el presidente Evo Morales.
La demora en la ejecución del proyecto vial Oruro-Pisiga, no debe ser óbice para dejar postergada la aspiración de los orureños y bolivianos de llegar en seis horas a las costas del Pacífico, al contrario con el anuncio y el compromiso del Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, debemos avanzar hacia la construcción de esquemas de integración bioceánica para unir el Pacífico y el Atlántico por Bolivia, utilizando la ruta más directa y económica, lejos de buscar una salida por el Perú, donde las costas del vecino país no ofrecen seguridad y tampoco tienen la infraestructura requerida para la carga que llega del Asia con destino a Bolivia y otros países vecinos.
La solución integral al problema de mediterraneidad de Bolivia pasa por tener una estrategia de la geopolítica marítima boliviana, para contar con un marco referencial y una línea de acción muy bien diseñada que no suponga a la larga un discurso chauvinista y un reclamo del momento, sino más bien una demanda contundente que nos asiste por derecho para tener una salida libre y soberana a las costas del Pacífico. Ojalá todo esto sea posible en función del fortalecimiento de las relaciones diplomáticas entre Bolivia y Chile para fortalecer sus instituciones democráticas, luchar de manera sostenida contra la pobreza y la corrupción, que se da a través de los ilícitos aduaneros, como demostró nuestro gobierno y se pueda promover la gobernabilidad sobre el primer corredor interoceánico que debe ser el punto de partida para el desarrollo económico y social de Oruro y nuestro país, con miras al gran comercio del Asia y con la misión de no continuar exportando materias primas, sino productos diversificados.
(*) Periodista
lapalabraencarnada@bolivia.com
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