Jueves 28 de marzo de 2013
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Se cuenta que para los romanos el Idus de Marzo era una de las jornadas de buenas noticias. Sin embargo, el emperador Julio César fue advertido por un vidente sobre los peligros que lo amenazaban, precisamente en el Idus de Marzo del año 44 a.C. El emperador, yendo al Senado con la tranquilidad de que ya había llegado el auspicioso día, hizo llamar al vidente y, sonriente, le dijo: “El Idus de Marzo ya ha llegado”. El vidente le replicó: “Si, pero aún no se ha acabado”. Ese mismo día Julio César fue asesinado. En verdad, no hay premonición alguna para este marzo de 2013. Pero no se puede ocultar que estamos haciendo todo lo posible para que este Idus se marche sin dejarnos buenas noticias.
No solo se trata de la crispación general que nos afecta. Hace ya tiempo que se viven días tensos, cargados de animosidad. Las exigencias ciudadanas, las objeciones y los reclamos, justos o no, toman la forma de la protesta airada. Lo peor es que muchos de nosotros, luego de ser testigos del uso de estos “instrumentos de lucha”, estamos habituados a la amenaza y a la estridencia. Esto es más grave cuando el gobierno, con esta misma conducta y lenguaje agresivo, incursiona en el mundo de la política internacional. Los discursos, las declaraciones, los pronunciamientos en defensa de nuestros derechos, con ese tono, sólo alejan el entendimiento. Y se hace aún más preocupante cuando la otra parte responde con el mismo nivel de torpeza.