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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Chile y el imperio de la impunidad que apesta - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
La complicada historia de Latinoamérica nos muestra cosas buenas y maldades, algunos hechos heroicos y otros detestables, plagados de vergüenza por las bajezas humanas. Hubo y hay países débiles e inermes como Paraguay, Ecuador y especialmente Bolivia ante las agresiones de sus supuestos hermanos (Chile, Brasil y Argentina cometieron actos indignos basados en su fuerza y Perú también lo hizo pensando en sus glorias incaicas). Nuestro país perdió más de la mitad de su territorio a través de guerras de rapiña y tratados oprobiosos con sus vecinos. Pero el hecho más doloroso fue la pérdida del Litoral, condenando a nuestra Patria a un enclaustramiento geográfico más que centenario. Y el culpable de semejante infamia fue Chile, un país agresor por naturaleza.
Las ambiciones chilenas se dieron ya antes de su independencia debido a la carencia de recursos naturales como el oro y la plata que eran los que más interesaban a los conquistadores españoles, por eso solamente se constituyó en una capitanía con un territorio reducido, a diferencia de la Real Audiencia de Charcas (sobre la base de la cual se conformó Bolivia) con más de dos millones de kilómetros cuadrados y riquísimos recursos naturales. En 1810 se empezó a dar forma a la independencia de Chile con la conformación de una Junta Nacional de Gobierno, hecho consolidado en 1818. Hasta este año sólo existían miradas sobre los ricos territorios del norte.
Fue Diego Portales, su más grande estadista, asesinado por sus enemigos políticos, quien diseñó los lineamientos de un Chile poderoso que basó su desarrollo en la agricultura y las manufacturas. A partir de ahí sus ambiciones crecieron y la creación de la Confederación Perú-Boliviana desató sus más bajos instintos destruyéndola en 1839 en la Batalla de Yungay. Después se dedicó a fortalecer sus estructuras institucionales, económicas y políticas alentadas por una sólida migración europea que dio lugar a una oligarquía rapaz hasta el extremo. Las condiciones ya estaban preparadas para iniciar el asalto de 1879 (Guerra del Pacífico) a las riquezas de Bolivia. Solamente faltaba desarrollar la vil invasión y lo hizo con saña un 14 de febrero de ese mismo año.
Después, los chilenos, bajo falsas promesas de entregar a Bolivia el territorio usurpado al Perú en la misma Guerra del Pacífico y amenazas de ocupar nuestro territorio a partir del poderío militar sustentado por el imperialismo inglés, obligaron a Bolivia a firmar el leonino Tratado de 1904 que incumplieron reiteradamente. Ahora, arteramente, se niegan a aceptar su revisión, alegando que es un tratado perpetuo y no modificable, cuando existe jurisprudencia suficiente y necesaria sobre el caso (en la presidencia de Carter, Estados Unidos anuló el Tratado del Canal de Panamá que también era perpetuo).
El país que vio nacer a Salvador Allende no puede ser tan malo, pero lo ratifica cotidianamente en su política exterior. Son ampliamente conocidas sus violaciones al derecho internacional y su soberbia manifiesta. Por otra parte, la oligarquía chilena ha tergiversado la historia haciendo que el 70% de su población se oponga a devolver los territorios usurpados y a facilitar la entrega de un corredor soberano al norte de Arica en último caso.
Bolivia no tiene que aceptar un miserable corredor, peor todavía canjeando tierra y mar con territorio boliviano equivalente en extensión. En este tema no se tendría que odiar, pero los soviéticos aplastaron a los nazis alemanes en la Segunda Guerra Mundial a partir del desarrollo de esta premisa. Por ello los bolivianos debemos tratar a los chilenos como corresponde, respondiendo a sus arteras políticas. Chile nos ha quitado un territorio valioso que ahora está cautivo y el acceso al Océano Pacífico, cosa imperdonable desde todo punto de vista, y nuestra respuesta debe ser contundente ante el agresor, enemigo de la convivencia latinoamericana.
La paz con Chile no será posible mientras no cambie profundamente su mentalidad retrógrada y agresiva. Mientras tanto, los bolivianos debemos seguir inculcando en nuestro seno el derecho irrestricto a regresar al Litoral usurpado por un país enemigo de los pueblos.
(*) Politólogo
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