¿La obediencia fue por miedo? Es menos probable que fuera otra cosa. Morales demuestra tener por instinto una gran habilidad política o sus asesores son expertos de siete suelas, que se las saben todas. Nadie se equivocaría al suponer que en su rostro hay algo más que una sonrisa, como la que se vio en la foto junto a los exmandatarios. En sus raptos emocionales suele revelar lo que siente. A veces dice cada cosa…, pero ese es su ser natural, sin subterfugios.
A su llamado acudieron prestamente los expresidentes; es la segunda vez con el mismo motivo del mar. Hace como dos años, igual corrieron al Palacio Quemado. Por lo menos para dos de ellos era un mal momento. Fue después de que Evo dijo que los “ex” se habían asociado en “sindicato de delincuentes para defenderse”. Les tenía amenazados con enjuiciarlos y parecía que para evitar esa situación querían hacer con él buena letra. Aunque no hubiera sido así; había esa apariencia.
Es imprevisible Morales en sus decisiones. No sería raro que aquella reunión no haya sido más que un marco decorativo para otra cosa. El 2011 en la víspera del 23 declaraba ante la prensa su plena conformidad con la agenda de 13 puntos; pero al día siguiente cambió radicalmente de discurso. La reiteración de lo conocido, claro que no hubiera tenido tanta resonancia. Al jefazo le gusta sorprender y difundir su nombre con algo insólito. Chile saltó de sorpresa y nosotros, en Bolivia, también. El tema del mar tomó otro rumbo; se fue a las puertas de la Corte Internacional de la Haya.
Dice un refrán que el modo de acertar en el clavo es dar cien veces en la herradura. En más de un siglo no pudimos identificar ese “clavo” con Chile, menos golpear cien veces para recuperar el mar. Estamos como los caballos de la noria dando vueltas. Nos gusta crear apariencias. La burocracia es buena, muy buena para eso. Diremar se creó para buscar la ruta, y no se sabe por dónde anda ella misma; la cosa es que existe. Con su silencio enigmático no se sabe tampoco qué dice la Cancillería. Esto debió haber preocupado al Presidente, por eso convocó urgente a los “ex”. Por ahí ellos ya tenían la fórmula.
Se los vio sonrientes y satisfechos. ¡Fueron llamados por Evo! No es poca cosa. A la conclusión, en una conferencia de prensa se reveló que Morales tenía la voluntad de “hacer de la política del mar una política de Estado”. Excelente, pero parece no ser muy meritorio el haber descubierto ahora la mágica estrategia para llegar al Pacífico. ¿A nadie se le ocurrió en 134 años? Al decir del vocero circunstancial, ese anuncio no sólo es positivo para nosotros sino también “para el mundo internacional”. Vaya, si les estará importando un comino.
El tiempo acumulativo desde 1982 (Gral. Vildoso) a la fecha abarca algo más de 30 años. Y el destino de Bolivia ha estado en manos de estos líderes políticos. Ninguno ha dicho por qué no se diseñó - siquiera en borrador - una política de Estado. Por este antecedente debe ser muy difícil fungir ahora de consejero o de consultor en un tema en el cual se fracasó rotundamente. ¿Con qué autoridad moral? Tal vez correspondería más bien incoarles un juicio de responsabilidades. ¡No faltaba más!
(*) El autor es pedagogo y escritor
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