Los orureños pusieron a prueba la fuerza de su unidad y recuperaron dignidad, respeto y decoro frente al acoso político de unos pocos funcionarios públicos que confundieron sus obligaciones y deberes con servicios de satisfacción y extremada consecuencia partidaria, ocasionando serios perjuicios a la colectividad y provocando una confrontación entre hermanos que menos mal no prosperó.
El derecho a mantener los valores históricos ha sido la motivación específica para unir a los orureños que más de un mes defendieron el respeto a las condiciones legales de mantener vigente el nombre asignado históricamente a lo que en realidad fue también el primer aeropuerto nacional, hecho que se pretendía cambiar por el entusiasmo de algunos políticos principiantes que finalmente debieron reconocer su error y retirar su inapropiada ley.
Se ha producido perjuicios lamentables, especialmente entre mucha gente que vive al día y que con lo sucedido alteró su actividad más de un mes, pero fue mayor la conciencia y voluntad orureña para defender los intereses de la tierra que el valor material del perjuicio.
La prueba que vivió Oruro es una prueba contundente de la valentía y el decoro de sus habitantes que han comprobado – después de algún tiempo – que nada puede imponerse a la fuerza de la unidad para defender la dignidad. El resultado de la medida es una prueba que debe servir de alerta a los politiqueros y a los malos dirigentes que aprovechando ciertas coyunturas pretenden dividir a los orureños, estantes y habitantes en esta valerosa ciudad.
El prolongado problema pudo ser solucionado a sólo 48 horas de conocida la protesta cívica y laboral, ante el cambio de nombre del aeropuerto. Debió ser el Presidente que con tres simples palabras, “saquen mi nombre”, hubiera evitado las penosas movilizaciones, el ayuno voluntario de mucha gente, las pérdidas en mucha gente y perjuicios en el sistema productivo regional, además de la peligrosa confrontación entre sectores ciudadanos.
Oruro ganó de lejos a los políticos, los puso en su lugar y si hay daños en el recuento de los hechos, los perdidosos saben ahora que Oruro unido jamás será vencido, es más, la situación permitió identificar a los que se entregan por las causas nobles que tienen que ver con el desarrollo y el bienestar de la colectividad y reconocer a los oportunistas que aprovechan la coyuntura política para medrar en las arcas nacionales y departamentales, sin importarles las evidentes necesidades y anhelos de la población, menos mal que a estos últimos ya se los conoce y Oruro no será el mejor sitio para que practiquen su autoritarismo.
Está visto que en la adversidad es cuando se fortalecen mayormente los vínculos de abierta solidaridad, permitiendo unir las fuerzas, voluntad y entereza para luchar contra enemigos que pretenden dañar la hegemonía departamental. La experiencia que se ha vivido es nada más que el resultado del cansancio de los orureños esperando que sean atendidos sus requerimientos.
El problema parecería solucionado con la todavía dudosa “anulación” de la Ley 045, sin embargo las entidades orureñas no bajarán la guardia y seguirán manteniendo su unidad para defender los intereses departamentales, pero además para exigir que de una buena vez se atiendan los más urgentes planteamientos para encarar el desarrollo sostenible de Oruro y que están cifrados en el Puerto Seco, la conclusión de la carretera hacia Pisiga, el Parque Industrial y una efectiva reactivación minera. Está claro, como antes y como debe ser en el futuro, Oruro unido no será más postergado.
Fuente: LA PATRIA
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