Componentes de la ancestral etnia de los Urus, el pueblo más antiguo de la región altiplánica de Oruro, emprendió por vez primera una caminata forzada fuera de los límites de su arraigada comunidad, lo hicieron en busca de solución a varios problemas, especialmente uno que preocupa a esos originarios y es el avasallamiento de sus tierras por parte de comunarios que los denominan aymaras y que serían los responsables de tomar sus tierras alejando de sus dominios tradicionales a las familias que viven de la caza y la pesca en las proximidades del Lago Poopó.
Muchos de los Urus conocieron recién otras comunidades y la mayoría se admiró de “las cosas que habían habido lejos del pueblo”. La visión de La Paz y su llegada al centro político del país calmó los dolores, el pesar y las consecuencias de la prolongada marcha de varios días para pedir al gobierno medidas que garanticen su hábitat en un medio que para ellos es tradicional, es la vida de siempre transmitida y heredada por años de años, tierras en las que ahora están incursionando sus más próximos vecinos (provincia Sebastián Pagador) con fines de expansión y de anulación de la familia Uru, principio de una generación que debe ser preservada, aspecto que constituyó también uno de sus planteamientos fundamentales.
Los problemas por tierra y territorio, como manifiestan los comunarios originarios del occidente de Oruro, están aflorando con inusitada frecuencia, debido a la carencia de una adecuada demarcación de las jurisdicciones que corresponde en cada caso a las poblaciones más antiguas de la nacionalidad, tal el caso de los Uru - Muratos que siempre vivieron en las cercanías del lago orureño y que ahora, en una doble alternativa de posesión de tierras son culpados por campesinos agricultores de apropiación de tierras, situación que los ancestrales Urus desmintieron acusando a sus vecinos del despojo de sus propiedades.
En el gobierno central se movilizaron comisiones de asambleístas para negociar un pliego de los Urus y tratar sus más urgentes necesidades, aunque según el Vicepresidente del país la solución al problema debe ser global, con una medida que proteja a las tres etnias de los uru-muratos, que garantice sus derechos y defina su jurisdicción en la que además se dispondrán algunos planes que marquen el desarrollo de esas comunidades prácticamente perdidas en la inmensidad de la altiplanicie orureña.
Dirigentes de los Urus han intercambiado ideas con los parlamentarios de comisiones especiales, ratificando su pedido de ayuda al problema de sus tierras, pero también una adecuada asignación presupuestaria para mejorar las condiciones de vida en sus comunidades con asistencia médica, educativa y de impulso a proyectos de desarrollo comunal. “Fue la ocasión para hacernos escuchar y no retornaremos si no nos escuchan afirmaron los Urus y consiguieron en parte su objetivo.
En el tema como es de suponer, hay quienes aprovecharon la coyuntura para contaminar políticamente el hecho, empero la verdad es que al tratarse de etnias en peligro de extinción lo menos que se espera del Gobierno son planes de emergencia para atender necesidades premiosas y exigir a los legisladores la aprobación de leyes que pacifiquen la zona y reconozcan los derechos de los más antiguos pobladores del altiplano boliviano, en la árida y fría región del occidente de Oruro, a donde regresan con un atado de promesas que ojalá se cumplan en la dimensión de una solidaria voluntad política.
Fuente: LA PATRIA
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