Un problema creado por la tozudez de algunos ciudadanos que gozan de representación popular en la Asamblea Departamental, instancia utilizada además para la emisión de leyes, que aún no tienen carácter de legalidad plena por falta de instrumentos que regulen tal normativa, como lo reconocen los mismos “legisladores”, está provocando muchos perjuicios a la comunidad pero además poniendo en riesgo la seguridad de las personas y alentando un peligroso enfrentamiento entre orureños.
Las organizaciones departamentales más connotativas en su representatividad popular se han pronunciado en defensa de los valores históricos de la ciudad, como son el Comité Cívico, la Central Obrera Departamental, la Universidad en todos sus estamentos, sectores gremiales, profesionales, empresariales y también los que demandan respeto a sus propias determinaciones, como sucede con el Concejo Municipal, donde se aprueban las determinaciones que tienen que ver con la nominación o asignación de nombres a calles, plazas, parques e instituciones de servicio público, tal el caso del aeropuerto.
El problema, que ya se ha prolongado por mucho tiempo y tiende a agravarse peligrosamente, es nada más que el resultado de una posición enteramente política y que como corresponde ha sido respondida con la reacción cívica de la población ante un abierto avasallamiento a las disposiciones en vigencia que son normadas por el Gobierno Municipal y no son atribución de la Asamblea Departamental que tiene otras que lamentablemente las incumple.
Los dos organismos normativos departamentales están enfrentados entre sí y ese hecho tiene sus efectos internos puesto que asambleístas oficialistas y opositores, como sucede también en el Concejo Municipal, tienen sus propias consignas que no pueden negar una abierta contaminación política partidaria. Esa situación mantiene vigente el problema que ha pasado a otros límites y amenaza con mayores perjuicios y ojalá no suceda, con una confrontación entre los orureños.
Urgen soluciones sobre todo legales, es decir respetando atribuciones que tienen nuestros organismos superiores para ejercer con toda autoridad el cumplimiento de las normas vigentes, como el caso de la nominación del Aeropuerto Juan Mendoza, que no puede cambiarse por el entusiasmo de orden político en abierto desconocimiento de los valores históricos que determinaron tal denominación de reconocimiento a una ejemplar labor reconocida plenamente.
La terquedad de pocas personas y el silencio cómplice de altas autoridades están mellando la dignidad orureña y poniendo en riesgo la unidad de su población, sólo por mantener caprichosamente una actitud errónea que pudo enmendarse inmediatamente con las disculpas del caso al Primer Mandatario que con seguridad está esperando una actitud de ese tipo, para solucionar un conflicto que ha sido gestado en la desubicación normativa de ciudadanos que desconocen atribuciones y deberes en la administración pública.
Hay que extremar las instancias legales, reconociendo y respetando todas las atribuciones inherentes a este caso. No puede continuar primando la presión política, debe imponerse el raciocinio, la voluntad y el respeto a la historia de nuestra ciudad y sus instituciones.
Los orureños reconocen y agradecen la decisión presidencial que permite convertir nuestro estrecho y corto aeródromo en un aeropuerto ampliado y cuyas características finales configurarán sus servicios en la categoría que le corresponde internacionalmente, con código y nombre reconocidos para fines de operaciones aeronáuticas.
Fuente: LA PATRIA
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