Miercoles 06 de enero de 2010

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Londres se precia ser una miniatura del mundo. En esta metrópoli se pueden encontrar todas las religiones y ramas de éstas.
En diciembre suelo asistir a varios cultos. Dos de ellos me produjeron reflexiones.
Uno fue la Januka (la fiesta que Jesús siempre celebró siglos antes de que en torno a esa misma fecha se decretase la Navidad) en la sinagoga española y portuguesa. Allí el rabino dio un discurso reclamando que este es el templo judío que se ha mantenido abierto continuamente más antiguo de Europa. Hasta el siglo XIX la principal minoría no cristiana de la cuna del idioma inglés eran los judíos que en su mayor parte hablaban como lengua materna el español o el portugués. En el mismo año en que se inició la conquista ibérica al oeste (las Américas) los hebreos fueron expulsados de su natal España encargándose de difundir al este de ella el castellano.
La otra fue la misa oficial a la que me invitó el alcalde de Londres en la principal catedral de la ciudad. Lo que más me llamó la atención era un coro muy bueno compuesto por 70 cantantes de primera. Todos ellos, al igual que el vicealcalde de la capital británica, abiertamente gays. La homosexualidad, que no es tolerada en las iglesias católica o evangélica, es aceptada por los anglicanos quienes pueden tener obispos u obispas que tengan parejas de su mismo sexo.