Para evitar infelices apreciaciones sobre el “consumidor”, creemos necesario aclarar que cada 15 de marzo se celebra el “Día Mundial del Usuario y del Consumidor”, una fecha en la que se recuerdan los derechos de la ciudadanía a recibir eficiente y garantizada toda una variedad de servicios y productos que satisfagan las expectativas de la colectividad.
Es interesante saber que existe una fecha al año en que se movilizan campañas especiales para recordar a la gente la vigencia de sus derechos como usuario de servicios y consumidor de los mismos, pero además de aquellos productos que se expenden para uso comunitario y que deben tener condiciones óptimas para cuidado de la salud colectiva.
Hay que rescatar de esta eventual promoción la necesidad de mantener activas todas aquellas determinaciones que son parte de una norma creada para defender a los usuarios y a todos los consumidores sobre lo que usan y utilizan de manera general en el diario vivir.
Los servicios más comunes y que de manera general llegan a los hogares son los de energía eléctrica, agua potable, en cierto porcentaje alcantarillado, telefonía fija, telefonía móvil y añadida la internet, TV simple o por cable, el recojo de basuras, dotación de gas domiciliario o el GLP en garrafas, además del transporte público, que por supuesto este último hasta cierta proximidad domiciliaria.
Realmente son servicios esenciales, irrenunciables y que obligatoriamente deben ser parte de los planes sociales que deberían crecer paralelamente con la proyección urbanística de la ciudad, lo que lamentablemente no siempre sucede porque los elementales servicios casi siempre están en déficit, por diferentes causas, he aquí una primera incongruencia que desfavorece a miles de usuarios y sin derecho a reclamo que solucione los problemas.
Ahora bien, resulta que quienes gozan de ciertos o la mayoría de los servicios enumerados, posiblemente falta alguno, casi siempre confrontan problemas, de menos o mayor cuantía perjudicándose en el desempeño de laborales. La energía eléctrica tiene fallas constantes, lo mismo que la telefonía fija y los celulares, de vez en cuando falta agua potable o se corta el suministro de gas, de paso los carros que distribuyen el GLP no llegan a todos los barrios, en tanto que cuando menos se quisiera la TV por cable desaparece y Emao interrumpe el recojo de basura. El transporte es irregular y después de las seis de la tarde, no cubre sus rutas y cobra el doble por la mitad de recorrido.
Qué decir del peligro que entraña la venta libre de toda suerte de productos en puestos callejeros o en los centros de abasto, donde inclusive se alteran las fechas de vencimiento en envases de productos de consumo masivo. Eventualmente hay batidas para decomisar esos productos en mal estado, pero comúnmente hay muchos más ciudadanos damnificados por la ingesta de alimentos sin control oportuno y eficiente.
Se explica que los ciudadanos tienen el derecho de reclamar ante oficinas conocidas como Odeco, donde lamentablemente prima la burocracia y resulta muy complicado lograr soluciones ante una denuncia o un reclamo formulado por esa vía. El resultado es que usuarios y consumidores viven en estos casos un casi total desamparo, pues recurrir a Odeco, es sólo parte de un proceso “distraccionista” ante las fallas constantes de la multiplicidad de servicios que llegan sin garantías a los usuarios o consumidores finales.
En el Día Mundial del Usuario y el Consumidor debería tomarse en cuenta la secuencia de problemas, esperando que las cosas cambien de manera más práctica, es decir, mejorando los servicios de uso diario y permanente.
Fuente: LA PATRIA
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