Cuando en Bolivia nos referimos a la funcionalidad del futuro corredor bioceánico que cruzará gran parte de nuestro territorio desde la zona oriental pasando por el sector central de los valles y llegando luego a la zona occidental, uniendo propiamente los océanos Atlántico y Pacífico se estará cumpliendo un verdadero proyecto de integración entre países del área sudamericana que están además ansiosos de alcanzar la diversificación de su enorme comercio externo, especialmente el Brasil, que sin embargo de su gran potencialidad no alcanzaría los beneficios deseados si en su plan comercial no se incluyen países vecinos para consolidar el tránsito de mercaderías y llegar desde el Atlántico a otros puertos del Pacífico para ampliar su vinculación con Europa, Norteamérica o Asia donde se produce una gran explosión industrial.
El anuncio de la inauguración del Corredor Bioceánico que partirá en Puerto Suárez – Bolivia y que es la conexión directa con la población de Santos en Brasil, se extenderá por miles de kilómetros para llegar a la zona trasandina donde se ubican los puertos de Chile, no sin antes transitar necesariamente por el territorio boliviano y en especial por lo que interesa a Oruro en su territorio hasta los puntos estratégicos de Tambo Quemado y Pisiga, lo que mantendrá la condición económica regional que actualmente da vida al Departamento.
Indudablemente abierta la ruta interoceánica, cualquier variable de conexión que se considere positiva y efectivamente útil a los fines de integración económica, debería tomarse en cuenta para ampliar los beneficios que favorecerán a más países, más gente y más propósitos de consolidar la inserción de América Latina en el contexto mundial. Ese propósito avanzará si el corredor cubre expectativas de Brasil, Bolivia, Chile y el Perú, que con las inversiones que les corresponde deben tener habilitadas sus vías carreteras para hacer fluido, seguro y práctico el proceso de importaciones y exportaciones.
Lo que no se puede admitir en este proceso es que por “condiciones exógenas al interés de los países signatarios del acuerdo o por la vigencia de entredichos entre partes del mismo, se altere el verdadero objetivo de una integración que ya es ejemplo de cuatro naciones en busca de intereses comunes.
Todos los puertos son utilizables de manera práctica cuando los reglamentos de servicio en cada caso responden al fiel cumplimiento de acuerdos vigentes. Técnicamente, hay otros factores que deben ser analizados seriamente para no cometer errores que “nos cuesten más” o que en su caso demoren o alteren las operaciones portuarias que deben cumplirse en condiciones favorables. Se sabe que los puertos peruanos son de menor calado que los chilenos, eso significa menor capacidad, por lo tanto una posible restricción en nuestras operaciones portuarias.
Hay que convenir en que la direccionalidad del Corredor Bioceánico debe ampliar las posibilidades de nuestro comercio externo con los dos países vecinos que tienen sus puertos abiertos a nuestras operaciones. En el caso de Chile además con el respaldo del Tratado de 1904 y la predisposición de un Alcalde que habla de paz y amistad para alcanzar un desarrollo común. Por el otro lado los puertos del Perú, incluyendo la oferta de uno libre en Ilo donde se supone hay que hacer una fuerte inversión para aprovechar tal coyuntura. Las cartas están echadas, corresponde actuar estratégicamente, con tino diplomático, con buenas intenciones y defendiendo nuestros históricos derechos.
Fuente: LA PATRIA
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