Si se trata de cumplir un verdadero rol de crecimiento sostenible en el país, no deberían haber dudas sobre la necesidad de establecer una verdadera política de estímulos hacia la aplicación de medidas que aseguren las opciones de crear y generar riqueza con planes que tengan todo el apoyo del aparato estatal, pero sin que tal opción signifique continuar con el modelo centralista que acumula o concentra poder, pero no distribuye bienestar.
En los años que se suceden bajo el actual sistema todavía no se han establecido las mejores condiciones para impulsar los proyectos productivos que se necesitan en función de crear muchas empresas que sumen miles de fuentes de empleo seguro y que sean parte de una estrategia de desarrollo colectivo y no meramente selectivo.
Los entendidos en materia económica no sólo financiera, porque hay una diferencia muy importante, señalan que se necesitan políticas agresivas para incrementar el asentamiento de empresas, garantizando a las mismas inversiones y exigiéndoles la transferencia de nuevas tecnologías justamente en los rubros en que Bolivia necesita desarrollarse para colocar en sus materias primas el valor agregado que signifique mejorar el costo de las exportaciones.
Como quiera que se avecina un año electoral, surgen las dudas sobre el cumplimiento de algunas metas propuestas en materia de incentivos a la iniciativa de emprendedores privados o en base a ciertas alianzas estructurales para promover la industria, el comercio y el impulso decidido además a los rubros de la agroindustria, la ganadería, el turismo y la artesanía como fuentes importantes que multiplican fuentes de empleo y aseguran buenos dividendos si comienzan con sólidos cimientos empresariales y suficiente garantía de operatividad.
Queda un margen de tiempo, por lo menos en la presente gestión, para dar el valor que corresponda a las iniciativas empresariales colectivas o personales, pues en ambos casos existen estupendas ideas que han sido sugeridas en los foros empresariales y que están esperando la aplicación de normativas especiales para comenzar proyectos que pueden cambiar el destino nacional, con más industrias, con mucho empleo y con rentabilidad ajustada a las normas de equidad que sean definidas a través de leyes productivas y no de mensajes que alejen a los emprendedores.
Este es un momento propicio para el país, pues goza de una saludable economía como no se había registrado antes y que proviene de buenos precios para materias primas y de efectos colaterales de situaciones externas que nos han permitido sumar y hasta multiplicar nuestras reservas, lo que debería inducir a nuestros gobernantes aprovechar la coyuntura con sobrada eficiencia técnica y no política partidaria, imponiendo en el país un proceso sostenible con la solidez necesaria para un desarrollo de largo alcance.
Este es un buen tiempo para implantar las políticas que muy bien diseñadas permitirán al país asegurar un futuro de muchas probabilidades para crecer sostenidamente ampliando nuevos rubros de potencialidad productiva con una línea de puertas abiertas que permita a la gente y las empresas encarar sus habilidades en los lineamientos de la industria y el comercio en su amplia gama de especialidades. Este es el tiempo de promover trabajo y riqueza, luego vendrán las campañas proselitistas, en las que muy pocos creen.
Fuente: LA PATRIA
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