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Domingo 03 de marzo de 2013

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Cultural El Duende

Jorge V. Ordenes Lavadenz

Humberto Vázquez Machicado y la política boliviana con Brasil

03 mar 2013

Fuente: LA PATRIA

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Segunda y última parte

Nefasto para Bolivia también fue la aceptación y firma del “Tratado de amistad, límites, navegación, comercio y extradición” basado en cuanto a la frontera con Brasil se refiere en un uti-possidetis impuesto por Brasil y concretamente por su salamero emisario Felipe López Netto que no escatimó obsequio a Juana Sánchez, mujer del tirano Mariano Melgarejo, para lograr su objetivo pese a la enardecida oposición del pueblo de Bolivia. Considerando que históricamente los cursos de ríos, crestas de montañas, y otras demarcaciones naturales constituyen las mejores líneas fronterizas entre estados, tal como lo establecían los tratados de 1750 y 1777 entre los reinos de España y Portugal, el tratado del 27 de marzo de 1867 “se caracteriza precisamente por despreciar esos accidentes geográficos, esos límites arcifinios, y los reemplaza por una serie de líneas absurdas por sí mismas y de gran dificultad técnica para su trazo en el terreno.”(7) Lo de libre navegación fue un mito que los congresales que votaron a favor del Tratado se tragaron en la forma más increíble. Bolivia debió haber exigido salida soberana al río Madera más abajo de las cachuelas. Además, el uti possidetis en esa instancia favorecía a Bolivia. Pero la estulticia se impuso, y Bolivia quedó sin salida soberana al río Madera; cedió el único territorio donde se podía construir el ferrocarril que salvase las cachuelas en territorio propio; y cedió su salida soberana a los ríos Paraguay y Jaurú. ¡Condenable e increíble! “Es así que a cambio de una libertad de navegación y comercio que no existía ni podía existir, y aún limitada a seis años, Bolivia cedió sus salidas al Plata y al Amazonas. Nunca, nunca, pudo ser más exacta la comparación de la venta del derecho de primogenitura por un plato de lentejas, que cuando se juzga el tratado de 27 de marzo de 1867 entre Bolivia y Brasil”.(8) Como resultado de este triunfo brasileño, Mariano Melgarejo, su canciller el servil Mariano Donato Muñoz, y el turiferario de ambos, José Rosendo Gutiérrez, recibieron de Brasil la condecoración Orden de la Rosa. Rosendo Gutiérrez ayudó a los brasileños a redactar el tratado. Fue un verdadero entregado a Brasil, y Vázquez Machicado lo demuestra. Resulta inverosímil que un boliviano haya colaborado tanto al lado contrario en un estudiado despojo de territorio. Nunca comprenderé por qué la ciudad de La Paz tiene una calle nombrada por él... cuando las referidas fechorías están documentadas. Para consuelo de los bolivianos sensatos, que son la mayoría, luego hablo de los detractores del referido “tratado” que Manuel Ignacio Salvatierra, Fiscal de la nación en 1871, calificó de ¡entrega gratuita de un quinto del territorio nacional al Brasil!

Lo rescatable

Lo rescatable de la política boliviana desde 1825 hasta 1942 es por desgracia mucho menos que lo perjudicial. Según Vázquez Machicado, es (1) el cambio de conciencia y actitud que tuvo el coronel criollo Sebastián Ramos; y (2) la oposición al costoso tratado del 27 de marzo de 1867.

El coronel de caballería realista Sebastián Ramos, gobernador de la misión jesuítica de Santa Ana de Chiquitos, en 1825, cuando los partes de información de la creación de la nueva república circulaban penosamente por las comarcas de lo que vino a ser Bolivia, buscó beneficiarse de la venta y trasferencia de la provincia de Chiquitos a Brasil. Ramos mostró a Antonio José de Sucre una faz patriótica por escrito, y otra faz realista a los Aguilera y otros recalcitrantes defensores de la hegemonía española que en ese momento todavía presentaban resistencia. “Mal aconsejado Ramos por su lugarteniente y a la vez cura párroco del pueblo José María Velasco, quien tenía el grado de teniente coronel, dio un paso desgraciado. Envió a Velasco al Brasil, a Villa Bella de Matto Grosso, para proponer allí la entrega del territorio de su mando, Chiquitos”.(9) Matto Grosso sin el consentimiento de Río de Janeiro, invadió militarmente una parte de Chichitos en medio de amenazas de avance a Santa Cruz. Brasil que por entonces ocupaba la Banda Oriental del Río de La Plata, hoy Uruguay, y afrontando la posibilidad de una guerra de dos frentes, decidió desistir de Chiquitos por iniciativa propia, antes de recibir el parte de Antonio José de Sucre que decía que no toleraría la intromisión Brasileña. Zanjado el problema inmediato, Ramos decidió apoyar la causa patriótica. De entonces hasta su muerte defendió el territorio boliviano contra los embates de las ambiciones brasileñas. Para empezar, defendió el derecho de los esclavos fugados de territorio brasileño a no ser capturados por los brasileños y sus agentes en territorio boliviano. “Uno de los recursos era la propaganda que hacía en sentido de que la constitución boliviana no reconocía la esclavitud... con esto, eran muchos los esclavos que fugando de sus senzalas, se refugiaban en Bolivia donde eran acogidos [sic] benévolamente por Ramos, quien los internaba y protegía, mientras se mantenía en continua vigilancia a fin de impedir violen el territorio en su persecución. Naturalmente que los hacendados brasileños de Matto Grosso se sintieron perjudicados y se quejaron primero a su gobernador y luego al gabinete imperial”.(10) Hacia 1837 le vemos defendiendo con gente el derecho de asentamiento que tenía la población boliviana en territorios de frontera. “... habíase convertido en un activo defensor de la soberanía boliviana en esas regiones. Ya con el título de juez, o con el de Comandante de la Frontera, su actitud era incansable acosando a los brasileños en todas partes e impidiéndoles su avance”.(11) A falta de una política exterior competente con Brasil, Ramos se convirtió en defensor de facto de los intereses de frontera, y con relativo éxito. Al respecto Valentín Abecia dice que Sebastián Ramos anunció haber descubierto el perdido Marco colocado en la embocadura del río Jaurú en 1752, conforme al tratado de 1750, que fuera derogado en 1761 y 1777,(12) pero que en realidad el tratado de 1777, según Vázquez Machicado, respetó en una gran medida. El problema fue que el canciller Torrico prácticamente invalidó los tratados del 1750 y 1777 al afirmar internacionalmente que Bolivia no los tenía, como quedó dicho más arriba. Pero la labor de defensa de los intereses territoriales de Bolivia por parte del cruceño Samuel Ramos fue edificante y tuvo repercusiones positivas que desgraciadamente se desperdiciaron. Por su labor de defensa del territorio de Bolivia debería tener un monumento en Santa Cruz.

La reacción contra el tratado comenzó en medio de la confusión por los intentos de defensa del mismo que hizo Donato Muñoz y sus seguidores. Pero como dice el autor, “un ligero estudio del convenio de 1867 demostraba a cualquiera que nos separaba del Atlántico, tal cual lo estábamos del lado del Pacífico, y por tanto, sólo demasiada ignorancia o intencionada malicia pudo hacer que los congresales de 1867 se hayan dejado engañar a sabiendas, y hayan dado su aprobación a ese pacto. Si después han querido disculparse invocando todos los factores sociogeográficos que hemos analizado, ellos precisamente, se convierten en un argumento más en contra del tratado.”(13) Muerto Mariano Melgarejo, en las ciudades se iniciaron juicios criminales contra Melgarejo, Muñoz, los ministros, etc., acusados de cómplices de los delitos cometidos contra la integridad nacional bajo el gobierno del sexenio de Melgarejo. La oposición al Tratado del 27 de marzo de 1867 fue manifiesta porque la ignominia fue inmensa, y notoria. Se destaca en este cometido el dictamen de Manuel Ignacio Salvatierra, fiscal de la nación, fechado en Sucre el 2 de noviembre de 1871. “Menoscabados con él [Tratado] los derechos de soberanía e independencia y consumada la expropiación gratuita [de la]... considerable extensión de diez y siete mil leguas cuadradas, no puede, no debe subsistir un tratado semejante, especialmente cuando por la ley del 14 de agosto último, todos los actos del usurpador están anulados”.(14) Efectivamente, se dictó la citada ley de nulidad de los actos infames de Melgarejo, “pero ella era impotente ante un pacto internacional ratificado ya por las partes contratantes”.(15) Por desgracia la suerte estaba echada pese a la gallarda reacción de muchos bolivianos. Y esa reacción siempre tendrá mérito. No todos fueron entreguistas. Pero aquí hay un punto que todavía tiene relevancia en el siglo XXI, y es que Brasil ha sido y es más poderoso que Bolivia, mucho más. Y si los gobernantes bolivianos no tienen cautela, pericia y profesionalismo en las negociaciones, sobre todo, insisto, en lo que respecta al gas natural, la historia puede repetirse ya que los descuidos y otros congéneres de perder territorio y recursos se repitieron por desgracia en el Acre, en los tratados con Perú y Chile, y en el Chaco, todos después de 1867. La experiencia dicta por lo tanto que los gobernados debemos estar atentos.

A manera de conclusión se puede decir que la historia de nuestras relaciones internacionales con los países vecinos, en este caso con Brasil, muestra descuido, incompetencia y traición a la patria por parte de los que pretendieron llamarse “gobernantes bolivianos”. ¿Dónde estuvo la patria para ellos? Opino que carecieron de sentimiento de patria. Sentimiento de “Patria” que debería radicar en la conciencia de cada uno. La verdad es que todavía está por probarse que la conciencia de patria, importantísima en la confección del tejido nacional, exista en la mayoría los habitantes del proyecto de país que todavía es Bolivia. Ampliando la perspectiva y desde el punto de vista práctico podemos decir que otra verdad es que sólo hablando de estas cosas mal hechas por malos bolivianos comenzaremos a plantear el inmenso problema de la falta de conciencia de patria de muchos bolivianos, históricamente y en el presente. El ejemplo de éstos es malo, y la obra en torno a las relaciones de Bolivia con Brasil, de Humberto Vázquez Machicado, lo comprueba.

(1) Humberto Vázquez Machicado, Para una historia de los límites entre Bolivia y el Brasil, Vol. I de Obras Completas (La Paz, Don Bosco, 1988), p. 115.

(2) Ibid., p. 121.

(3) José de Meza, Teresa Gisbert, y Carlos D. Meza Gisbert, Historia de Bolivia (La Paz, Gisbert y Co. S.A., 1997), p. 341.

(4) Vázquez Machicado, op. cit., p. 124.

(5) Pedro Kramer, Historia de Bolivia, Compendio (La Paz, 1894), p. 202 . Citado por Vázquez Machicado, op.cit., p. 128.

(6) Vázquez Machicado, op.cit., p. 133.

(7) Ibid., p. 221.

(8) Ibid., p. 223.

(9) Ibid., p. 74.

(10) Ibid., p. 110.

(11) Ibid.

(12) Valentín Abecia, Las relaciones internacionales en la historia de Bolivia (La Paz-Cochabamba, Los amigos del libro, 1986), Tomo I, p. 495.

(13) Vázquez Machicado, op.cit., p. 289.

(14) Salvatierra citado por Vázquez Machicado en ibid., p. 303.

(15) Ibid., p. 304.

Jorge Ordenes Lavadenz. Escritor.

Académico de la Lengua

Fuente: LA PATRIA
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