Es evidente que nos falta practicar el diálogo y por tanto es difícil encontrar puntos que favorezcan cualquier proceso de concertación lo que irremediablemente nos lleva a una constante confrontación de ideas que alteran el desarrollo de muchos planes y por tanto son la causa del atraso en que vivimos, porque le ponemos freno al desarrollo local con nuestras actitudes de controversia y desinteligencias.
Este problema que si bien es una constante que rige en el país, tiene cierta prevalencia entre pobladores del occidente, posiblemente porque en la zona hay más gente descontenta con las políticas de Estado al no ser escuchada y atendida oportunamente en sus variadas demandas, no sucede lo mismo en la zona del oriente donde predomina el sentido regionalista que es factor de unidad y en su caso de presión para que se escuchen y satisfagan sus peticiones.
Nos hemos olvidado o en algunos casos simplemente se desconoce esa regla de oro que puede facilitar soluciones inclusive en las más grandes controversias y que es parte de la práctica del diálogo, pero con sus cuatro elementos básicos que consiste en: Saber Hablar y Saber Escuchar, es más, Saber Dejar Hablar y Saber Dejar Escuchar. Lo que nos falta es practicar el diálogo.
Este problema que se vive en Oruro parece muy complicado en la cotidianidad, con posiciones encontradas entre sectores que tienen sus propias áreas de dominio, como los asambleístas que pretenden imponer un criterio político partidista, como cambiarle nombre al aeropuerto de Oruro y en el otro frente con razones justificadas los dirigentes cívicos en nombre del pueblo de Oruro defendiendo sus derechos y el respeto que merece la historia departamental.
El capricho de unos (los menos) nos está llevando a situaciones muy complejas, pues en la defensa de una posición justa apoyada por la colectividad en conjunto a través de sus instituciones se resistirá aquella medida y se llegará a las medidas extremas que deberían evitarse para no causar daños en muchas personas y para impedir un claro enfrentamiento de graves consecuencias.
Hay necesidad de que se depongan actitudes, tomando en cuenta además que el motivo del conflicto tiene características propias del capricho partidista y por tanto no cuenta con un sólido respaldo que permita su cumplimiento porque el mismo no conlleva mayor beneficio colectivo. La otra figura es justificada al defender la historia y los méritos concedidos por el pueblo a héroes e instituciones, desde hace muchos años.
El problema puede solucionarse por la vía del entendimiento, bajando las posiciones altaneras y reconociendo errores, pidiendo disculpas al Primer Mandatario que aparece complicado en un hecho que con seguridad no lo ha buscado, pero que le hace daño, pues se trata de un desconocimiento a la historia de su propio terruño donde el aeropuerto siempre tuvo nombre y apellido.
El delicado problema debe llevarnos a poner en práctica el diálogo amable en pos de una amistosa concertación, siempre hay solución cuando se exponen y discuten amigablemente todos los puntos de vista, sin amenazas ni presiones. Bien vale la pena aprovechar la paradoja de la sabiduría que señala: “Quien sabe mucho, escucha; quien sabe poco, habla. Quien sabe mucho pregunta; quien sabe poco sentencia”.
Fuente: LA PATRIA
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