Sábado 02 de marzo de 2013
ver hoy
En vísperas de un nuevo aniversario del 8 de marzo, la situación de las mujeres bolivianas está más desprotegida que hace un siglo y los discursos feministas concluyen con resultados perversos.
Son generalmente certeros los diagnósticos sobre el trato a la mujer, su marginación, el desprecio a sus dotes intelectuales (racionales), la sobrecarga de tareas y, sobre todo, la violencia masculina contra seres físicamente más débiles.
Sin embargo, las respuestas para enfrentar esas injusticias son tergiversadas y optan una línea que prioriza la consigna de confrontación hombre-mujer con frases repetitivas y poco reflexivas; que busca lo numérico por encima de la calidad y que olvida la importancia del enfoque integral con base en la dignidad de todo ser humano.
Lo primero se traduce en discursos absurdos, que escuchamos en la radio o en conferencias, donde las doñas presentan estudios sobre la fijación del hombre en su pene o la falta de placer sexual de las esposas y otras historias diversas, que en el fondo descubren tristezas acumuladas.
Se repite que la mujer es dueña de su cuerpo y puede abortar cuando quiera sin considerar que una simiente cobra vida propia desde su concepción. Como ellas deciden, cada vez hay más hombres desentendidos de su fruto y aumentan los embarazos en chiquillas y los abortos clandestinos.