Cautiverio de los tres conscriptos, consecuencia inexorable
28 feb 2013
Por: Henry Pablo Ríos Alborta
El cautiverio en que tres conscriptos del Ejército de Bolivia se hallaban en la República de Chile desde el 25 de enero de este año de 2013 (hace algo más de un mes), no es si no muestra clara, patentización del estado de cosas, deteriorado y precario, en que se encuentran las relaciones boliviano-chilenas. O, más correcto es decir, la falta de esas relaciones.
Los incidentes fronterizos, por el mismo hecho de lo complicado que resulta ubicarse en esos lugares, cuando no se tiene pericia en ello, son asaz frecuentes. Y es por ello que la diplomacia contempla para esos casos, soluciones que no revistan carácter judicial, criminal, penal; cuando no hayan existido móviles ilícitos como subvertir el orden constituido en la nación vecina, o cometer delitos en su territorio.
Debe la diplomacia actuar acá, en primer término, con los procedimientos establecidos en instrumentos bilaterales con la nación con la cual se tiene el impasse, con instrumentos multilaterales o, a falta de éstos, mediante negociaciones o notas diplomáticas, mediante agentes diplomáticos, embajadores y a falta de éstos, mediante notas o diálogo directo entre jefes de diplomacia de cada país. Empero no existiendo la habilidad diplomática requerida en el caso, ni siquiera relaciones diplomáticas a nivel de embajadores entre Chile y Bolivia, cabe denunciar también la inexistencia de convenios bilaterales que prevean estos casos, y en los cuales se determine el procedimiento diplomático para su oportuna y correcta solución, sin perjuicios inferidos a inocentes.Por ejemplo, con la República del Perú, existe un acuerdo, el pacto de amistad y no agresión, suscrito en fecha 14 de septiembre de 1936, cuyo artículo 10 establece:
“Con el objeto de prevenir, investigar y resolver cualquier incidente que pueda surgir en la frontera entre Bolivia y el Perú, y que sea producto de la naturaleza de relaciones vecinales entre poblaciones, comunidades o autoridades fronterizas, se crea una Comisión de Investigación y Conciliación, que se organizará, con el carácter de permanente, dentro de los sesenta días de suscrito el presente acuerdo. Dicha comisión se compondrá de un delegado de cada parte. Las conclusiones que presente de las investigaciones que realice o de la conciliación que proponga, serán elevadas, haya o no acuerdo en ellas, a los gobiernos respectivos para que las consideren por la vía diplomática. La comisión funcionará cada vez que sea necesario y los delegados estarán siempre prontos a constituirse en el lugar en que sea necesaria su actuación. Las partes se comprometen a esperar el informe de la comisión o de sus disposiciones para tratar el asunto, según su naturaleza, dentro de las disposiciones de los pactos vigentes para ellas”.
Así, mediante las negociaciones diplomáticas concebidas y trabajadas, se llega a acuerdos que viabilizan la coexistencia de los pueblos. Hasta donde el autor sabe modestamente, con la República de Chile no tenemos un acuerdo similar, para dirimir en diplomacia los consuetudinarios conflictos que se suceden en la frontera. Esto nos confirma que, en lugar de avanzar en materia de relaciones internacionales, del pretérito, cuando se construían acuerdos realmente útiles y necesarios, además de solemnes, con nuestros vecinos y con países de otras latitudes y longitudes; hoy, en cambio, parece que la diplomacia, vasta disciplina, no es concebida ni comprendida por quienes ejercen el Gobierno de Bolivia.
Debemos retomar los hilos de nuestra política internacional, que activa y meritísima, amén de nobilísima, ha sido en su historia. Debemos fijar la atención en la legitimidad, en el mérito para confiar a ellos los destinos, las misiones diplomáticas de Bolivia.
Como consecuencia de la falta de una verdadera política internacional de los bolivianos, como consecuencia de la inexistencia de relaciones diplomáticas con Chile y como consecuencia de la negligencia en la instrucción militar en el orden geográfico, cartográfico, de demarcación limítrofe, en los conscriptos bolivianos, éstos sufren un cautiverio que la diplomacia debió evitar y que la diplomacia puede solucionar. Solo falta que se comprenda esta disciplina, y el impasse puede ser solucionado, habiendo quedado establecido por ambas partes que los fines de los conscriptos no eran delictivos en Chile, con la suscripción de un convenio para la solución de este tipo de incidentes, sin pena corporal para los involucrados, sin presidio, como en el acuerdo suscrito con el Perú.
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