Las referencias macro económicas vigentes en el país nos permiten avizorar cierta estabilidad hacia un futuro inmediato a través del manejo de los recursos “propios” que tiene el Estado y que pueden ser utilizados para fines de impulso al sistema productivo o para conjurar algunas circunstancias de emergencia (fenómenos naturales) y también -se entiende- para salvar los factores adversos que pudiesen presentarse en los movimientos sociales, es decir que hay una cantidad de recursos financieros que garantizan estabilidad, por lo menos así lo aseguran los jerarcas que manejan nuestra economía.
Hay que valorar las favorables condiciones económicas de orden externo, posiblemente de manera coyuntural pero efectivamente positivas en su tiempo que se prolonga al presente, el caso de los buenos precios externos para nuestras materias primas, el caso fundamental de las exportaciones de gas y también de minerales, fue interesante la llegada de remesas enviadas por bolivianos en el exterior, rubro que movió las finanzas bancarias y aunque en el último tiempo registra una declinación sigue siendo un buen ítem de ingresos que generan utilidad indirecta para nuestra economía.
En los planes estratégicos gubernamentales se habló del proyecto macroeconómico hacia el 2025, una proyección de largo aliento que si bien está firme en su estructura actual puede tener contingencias muy variables, pues pese a esos valores “millonarios” de nuestra reserva monetaria las presiones de la gran economía mundial tiene efectos a nivel general en los países que como el nuestro depende de la producción y exportación de sus materias primas, los commodities que controlan las grandes industrias y trabajan competitivamente en el marco de sus propios intereses.
Una simple referencia nos recuerda que en función de tiempo se han perfilado movimientos económicos de cambio financiero en los precios de materias primas en el caso nuestro esos precios, que eran realmente bajos, en la última década se han multiplicado hasta cuatro veces y ese resultado está absolviendo nuestra economía positivamente, generando un fondo de reserva que debe ser celosamente cuidado pero no inmovilizado, según los expertos en tendencias financieras.
Los mismos expertos que saben de las finanzas públicas, señalan que aprovechando este periodo de bonanza deberíamos dirigir la atención económica al pago de la deuda externa que, dicho sea de paso, creció en los últimos años y tal situación merece una consideración especial para que en función de perspectivas financieras se establezca un fondo estratégico de respaldo para enfrentar cualquier contingencia en periodos de “vacas flacas”, es lo que se hace, dicen, en las grandes economías.
Viene un tiempo especial en la inmediatez de nuestra actividad y es que hay que preparar las condiciones apropiadas para adecuar la economía nacional en función al último censo que modificará los factores de distribución de los recursos nacionales, pero al mismo tiempo tendrá que equilibrar la balanza social para evitar desfases que confronten a las regiones, algo más, el año venidero será electoralista y ese proceso obligará igualmente a mostrar una sostenibilidad efectiva, para no incurrir en engaños al electorado, está pendiente el acuerdo sobre incremento salarial a nivel general y son muy claras las presiones formales para encarar los macro proyectos productivos por ejemplo de la minería con el litio, el Mutún y la urgente exploración de nuevos yacimientos, sin descuidar el sostenimiento de los rubros agrícolas y ganaderos del país, para respaldar su crecimiento que se traducirá en mayor productividad, por eso nuestra economía social merece atención exclusiva.
Fuente: LA PATRIA
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