Aunque no hay una decisión diplomática expresa sobre este tema, expertos juristas aconsejan plantear a Chile una urgente revisión del Tratado de 1904 que permitirá establecer con mucha claridad los factores de incumplimiento a esa norma impuesta hace 109 años y que nos limita el derecho soberano a utilizar nuestra puerta natural hacia el Océano Pacífico.
En Chile su mandatario y su canciller repiten continuamente que ese país “no incumple el Tratado firmado con Bolivia, por tanto no hay nada pendiente de tratamiento entre las dos naciones”, sin embargo los hechos son muy claros y existen pruebas contundentes de que dicho Tratado ha sido permanentemente vulnerado y es Chile que ocasiona problemas y no los quiere reconocer, arguyendo que “todo Tratado se cumple”, aunque los hechos dicen todo lo contrario, instancia que sólo puede probarse en una fase abierta y sin presiones para revisar ese centenario documento que sólo favorece a la parte agresora, dejando sin chance a la parte agredida y cercenada.
Varios estudiosos del tema, diplomáticos, excancilleres y abogados coinciden en señalar que el tema del Mar debe ser considerado como un asunto de Estado y no de Gobierno, menos de orden político, lo que obliga a enderezar el tratamiento del delicado asunto, buscando mejores opciones, pragmáticas y “solubles”, como señala además un analista al reiterar que no se debe poner en duda la fuerza de la voluntad nacional en defensa del Mar, se siente en la piel y es unánime la posición de reivindicar el derecho soberano de reintegrar el mar y su costa a nuestro territorio.
Hay necesidad de establecer líneas profundas y prácticas para coincidir en una estrategia de nuestra diplomacia en el tema del Mar. Por un lado se defiende el factor principista sobre el asunto reclamando “salida al Mar con soberanía”, por otra parte y sin dejar la primera se articula otra corriente pragmática que menciona la necesidad de buscar una negociación concreta, pacífica pero determinante para mostrar que Bolivia sin amenazas de violencia, tiene varias alternativas en su agenda diplomática con las que muy bien puede mostrar a Chile, que la mejor forma de solucionar el problema es dejando a un lado la tradicional “política” del Mapocho en materia de límites y territorios ocupados, abriendo la posibilidad de “revisar el Tratado de 1904” y responder a la comunidad internacional en el terreno de la verdadera solidaridad y respeto entre pueblos hermanos.
Es urgente que nuestra diplomacia, con el asesoramiento de excancilleres, de los más destacados diplomáticos que tenemos y los juristas especializados definan una línea de tratamiento en la defensa de nuestro derecho de retorno al Mar pero manteniendo la multilateralidad del asunto, agotando todas las instancias para acudir a los tribunales internacionales que fuesen necesarios, toda vez que la experiencia de tratar bilateralmente el asunto no ha dado resultados, como sucedió con la agenda de 13 puntos acordada con la Presidenta Bachelet y menos con Sebastián Piñera que no muestra predisposición alguna para encarar el caso de manera abierta, pacífica y solidaria.
Por tanto se sugiere que lo mejor es insistir en la revisión del Tratado de 1904, pero añadiendo de manera práctica esos ingredientes que Chile los conoce pero que no quiere saborearlos directamente y que tienen que ver con agua dulce y gas.
Fuente: LA PATRIA
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