Sábado 23 de febrero de 2013
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Las revelaciones del abogado Otto Ritter sobre el origen policial de las armas mostradas por el gobierno como una evidencia de la conspiración que atribuía a Eduardo Rózsa Flores han precipitado una avalancha que hoy luce incontenible. El caso que se inició el 16 de abril de 2009 parecía recubierto por una coraza irrompible, pero ahora ha aparecido una luz al final del túnel del episodio sangriento del Hotel Las Américas.
En la explicación que Ritter hizo el martes ante jueces, fiscales y público en el Palacio de Justicia, aparece la Utarc como origen de aquellas armas, que causaron asombro por su sofisticación. En la ecuación juega el papel de ariete el capitán Walter Andrade. El capitán era miembro prominente de la Utarc, de donde venían las armas.
No es lo más relevante, por el momento, determinar si hubo alguna transacción comercial para esta transferencia ilegal de armas. Una posibilidad es que Rózsa hubiese pagado por las armas y en ese caso habría que saber el origen del dinero y quién recibió el valor de la transacción; otra posibilidad es que hubiesen sido cedidas (poco probable) al grupo que supuestamente empezaba a formar el boliviano-húngaro-croata para desencadenar una campaña que se volvería más siniestra con la participación de una unidad de la policía boliviana o de alguno (s) de sus miembros. El hecho principal parece ser que armas de la policía estaban en manos de un grupo supuestamente irregular cuyos miembros se hacían fotografiar con ellas. Y la misión atribuida al grupo era nada menos que dividir Bolivia!