En pleno siglo XX, muchos autores aún siguen pensando que leer, escribir o estudiar literatura es algo inútil e improductivo. Sostienen que a nadie le importa la primera edición o la segunda edición de un libro o las experiencias plasmadas en un mensaje poético. Realmente es triste que en este momento de la historia todavía el arte y el desarrollo tecnológico tengan que caminar por rumbos separados cuando deberían nutrirse el uno del otro.
La literatura se hace con lenguaje para cifrar la realidad en el texto, Su materia prima es la vida, ese lugar común donde habitan los misterios del ser, pensar y sentir. Universo de sensaciones, emociones y valores -positivos o negativos- en el que la triada autor, narrador, personaje, los aspectos de la sociedad y la cultura se entrecruzan, se entrelazan y se encuentran.
Durante años se ha dicho que la literatura es la expresión de la belleza a través de la palabra, definición hasta cierto punto valiosa pero muy cuestionable e inoperante en nuestros días porque anula la posibilidad de entender la obra como una suma de valores.
Hasta hoy se ha enseñado la literatura por tres vías: la llamada vía gramatical, sin expresa determinación en un cómo; la vía del gusto literario, en cuya didáctica predomina aún la lectura de modelos clásicos; la vía del memorismo, exigiendo un cúmulo de definiciones y cronologías que fatigan al alumno. A partir de ahora hay que entender el hecho literario como creación centrada en la palabra para moldearla, extenderla, reducirla, trabajarla y transformarla en el juego de imágenes que reconstruye el espacio textual donde no sólo los personajes hablan, sino también los signos de la escritura.
Por consiguiente, en el aprendizaje de la obra literaria se involucran valores internos (lenguaje, metáforas, imágenes, comparaciones y otros recursos estilísticos) y de valores externos o extraliterarios (historia, sociología, ciencia, filosofía, etc.) que se entregan en un todo.
En el componente literario el alumno manifiesta las siguientes competencias:
Registra textos de literatura oral identificando rasgos culturales propios.
Lee y analiza textos de literatura regional, nacional, hispanoamericana y universal.
Reconoce los tipos de texto: épico, lírico y dramático.
Produce textos en géneros diferentes en forma individual y colectiva.
Identifica el tema central y las ideas del texto.
Interpreta textos literarios siguiendo los esquemas: estilístico, estructural o semiótico.
Emite juicios de valoración sobre los textos que lee.
(*) Licenciado en Comunicación Social
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