Definitivamente, las redes de corrupción hacen de las suyas en todas partes del mundo y el Vaticano no podía ser la excepción. Los intereses económicos, políticos y otros de diferente índole han derrotado al Papa Benedicto XVI y lo han obligado a anunciar su renuncia, que se hará efectiva el 28 de febrero a Hr. 20:00.
Versiones difundidas desde Europa dan cuenta que el actual Papa “ha sido durante su mandato un Papa solo, intelectual, débil y arrepentido por los pecados, la suciedad y los delitos -él empleó estas dos palabras por primera vez- de la Iglesia, y rodeado de lobos ávidos de riqueza, poder e inmunidad. La Curia forjada en tiempos de Wojtyla era una reunión atrabiliaria de lo peor de cada diócesis, desde evasores fiscales hasta pederastas, pasando por contrarrevolucionarios latinoamericanos y por integristas de la peor especie. Esa Curia siempre vio con malos ojos los intentos de Ratzinger de hacer una limpieza a fondo, mientras los movimientos más pujantes y rentables, como los “Legionarios”, el “Opus Dei” y “Comunión y Liberación”, torpedeaban a conciencia cualquier atisbo de regeneración”.
Fuentes cercanas al Vaticano y recogidas por el periódico “El País” de España, hablan de la soledad de Benedicto XVI ante la arremetida de fuerzas internas y externas, que han minado las fuerzas del Pontífice, hasta llevarlo a la conclusión que el mejor camino era el de la dimisión. El papado de Ratzinger- dice esa fuente – “ha sido un rotundo fracaso: pese a las críticas, su honestidad intelectual es indiscutible, pero al final ha estado muy por encima de los resultados obtenidos. Los lobos han ganado la partida, pero su renuncia, meditada para evitar un segundo calvario como el vivido con la interminable agonía de Wojtyla, sitúa a Joseph Ratzinger como un pastor derrotado”.
Así, los asuntos turbios y los escándalos; los evasores fiscales; las falsas acusaciones contra los que respaldaban al Papa para obligar su dimisión; los miles de casos de abuso de menores en los últimos cincuenta años que mancillaron a la iglesia; el caso de espionaje de su secretario; el súbito alejamiento del presidente del Banco del Vaticano y otros asuntos que no siempre han salido a la luz pública, han sido moneda corriente en el actuar de miembros de la curia y el apoyo de civiles con fuertes intereses subalternos. La Misión que se impuso el Papa Benedicto XVI, era justamente limpiar a la iglesia de esa lacra; pero, fue justamente esa misión la que ejerció una presión tal que dio como resultado el anuncio de la dimisión del Pontífice.
“Ninguna enfermedad en curso ha llevado a Benedicto XVI a anunciar su renuncia al Pontificado”, aseguró el portavoz vaticano, Federico Lombardi. Lombardi precisó, no obstante, que “el propio Pontífice, en la carta en la que anunció su decisión aseguró que en los últimos meses han disminuido en él las fuerzas físicas”. El cansancio por lograr limpiar la imagen de la iglesia finalmente logró a que anuncie su abdicación.
Toda una red de corrupción complotó contra los intentos bien intencionados, pero débiles, de Benedicto XVI. Sus últimas palabras al anunciar su dimisión, reflejan el dolor que siente en el alma: “Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice”.
Respetamos la dignidad del Benedicto XVI, su pontificado de ocho años y su honestidad que muy pronto se perderá en un claustro. Deja el reinado de la iglesia, para convertirse en esclavo de la fe.
Por lo menos... esa es mi opinión
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