En abril de 1927 el gobierno del presidente Hernando Siles Reyes nombraba y otorgaba las credenciales de estilo como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario acreditado cerca del gobierno de la República del Perú, a D. Eduardo Diez de Medina.
Apenas concluida su misión diplomática en Santiago, trasladábase cerca del Rímac a desempeñar iguales funciones. El ambiente por entonces estaba marcado merced a las querellas chileno-peruanas por el destino de Tacna y Arica. Fue entonces que tuvo lugar la siguiente entrevista, efectuada entre el presidente de la República del Perú y el ministro de Bolivia, en audiencia solicitada por éste, conforme la refiere el mismo:
“Bolivia-me dijo Leguía- Puede abrigar la absoluta certeza de que jamás el Perú habrá de desprenderse de las provincias cautivas. Acabamos de reiterar tal decisión al árbitro (los Estados Unidos) que afanosamente trabaja por dar solución al problema, sosteniendo de nuestra parte la inquebrantable voluntad de que Tacna y Arica vuelvan a su primitivo dueño.
Y si -le contesté- insistiera el árbitro en la proposición Kellog para ceder a Bolivia el puerto de Arica, ¿no preferiría el Perú dejarlo a su aliada en la guerra, antes de que permanezca en poder del vencedor y adversario de ayer?
-Sin duda -repuso Leguía- pero tal suposición es inadmisible, pues repito al señor Ministro que jamás, por consideración alguna, permitirá el Perú que esas provincias queden en poder de Chile o de nación que no fuese la peruana. Por lo menos -añadió- mientras sea yo quien gobierne este país.”(1)
La querella chileno-peruana por Tacna y Arica “cautivas”, en posesión de Chile desde el Tratado de Ancón de 20 de octubre de 1883, posesión transitoria por disposición del mismo Tratado, quedó dirimida con el Tratado chileno-peruano de 3 de junio de 1929 que destinaba Tacna al Perú y Arica a Chile, y su Protocolo Complementario de igual fecha, Protocolo que, expresamente, establece en uno de sus párrafos:
“El presente protocolo forma parte integral del Tratado de esta misma fecha y en consecuencia será ratificado y sus ratificaciones se canjearán en Santiago de Chile tan pronto como sea posible.”
El artículo 1º de este Protocolo Complementario determina:
“Los gobiernos de Chile y del Perú no podrán, sin previo acuerdo entre ellos, ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los territorios que, en conformidad, al Tratado de esta misma fecha, quedan bajo sus respectivas soberanías, ni podrán, sin ese requisito, construir, al través de ellos nuevas líneas férreas internacionales.”
En virtud del preinserto artículo 1º del Protocolo Complementario chileno-peruano, no puede el Gobierno de la República de Chile ceder a una tercera potencia o sea a Bolivia, en su caso, ni todo ni parte del territorio de Arica, ya sea al Norte, ya sea al Sur. El Gobierno de la República del Perú deberá dar su aprobación.
He aquí que, en el plano de la realidad, en la que, aparente y superficialmente parece para algunas gentes la opción de un corredor al extremo norte de Arica, la única solución posible al encierro de Bolivia; he aquí que, para las apreciaciones demasiado superficiales y desprovistas de todo fundamento a las cuales parece “imposible” la reintegración geográfica, territorial, marítima de Bolivia por su histórico, legítimo y legal patrimonio territorial; he aquí que, decía, ahondando en la cuestión, la “opción”(que no lo es, no lo debe ser) de dicho corredor norteño por Arica está, en realidad, además de reñido por motivos de ética y de moral internacional, trabado por un acuerdo jurídico con el que, llegado el momento, cuando una de las altas partes contratantes de ese acuerdo (el citado Protocolo Complementario del Tratado de 1929) habla de la incorrecta “solución”, menciona que no depende únicamente de su gobierno, mientras el otro calla o se limita a decir, como lo dijo S. E. el Presidente de la República del Perú, Ollanta Humala, en fecha 4 de febrero de 2013: “El reclamo de Bolivia nos parece legítimo y justo pero es un tema bilateral entre ese país y Chile”, conforme a declaraciones que registró “El Comercio” del Perú, en su portal de Internet (04.02.13).Es hora, es menester que Bolivia como posición política integral, en la cuestión del Pacífico, se olvide de Arica.
(1) Diez de Medina, Eduardo. “De un Siglo al Otro/Memorias de un Hombre Público”. Alfonso Tejerina - Librero Editor. La Paz, 1955. P. 304.
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