Está comprobado que existe un amplio mercado ilegal que es parte de la economía informal, precisamente de esa que se ha instalado en todo el país y funciona con distintas características para mimetizarse con quienes con mucho esfuerzo y capitales limpios han instalado negocios, generalmente de tipo comercial para la venta de variedad de productos. Entre estos están los que pagan sagradamente sus impuestos y aquellos que son parte de una millonaria evasión que lamentablemente no puede ser aún controlada.
Los hilos de la economía informal están manejados por verdaderos capitalistas de los negocios ilícitos, el caso por ejemplo de los contrabandistas de vehículos chutos, que cambian con la mayor sencillez la “plaza” de sus operaciones y siguen introduciendo movilidades sin respaldo de internación. La extensa frontera con Chile es la gran puerta para ese tráfico de coches.
En otro rubro de actividades están los padrinos del contrabando, esos que tienen muchos ahijados y se asocian eventualmente con aporte de millonario capital como para llenar no uno sino varios trailers con costosa mercadería de la línea blanca, televisores modernos, equipos sofisticados de sonido, variedad de bisutería, increíble surtido de telas y como si fuera poco gran cantidad de fardos de ropa usada y nueva, con lo que se llenan los mercados informales en todas las ciudades del país.
Si bien la Aduana ha incorporado en su administración sistemas de control especial, ha mejorado su control en retenes, tiene mayor personal y está implementando una serie de elementos para combatir el contrabando todavía existen grandes capitalistas que hacen frente a la estructura aduanera y su unidad policial el COA, llegando a las ciudades con enorme cantidad de contrabando en gigantes camiones que pese a su volumen, su largo y su peso transponen nuestras fronteras y penetran por caminos secundarios hasta las mismas puertas de ciudades, como Oruro, Santa Cruz, Tarija o La Paz, las más próximas a países vecinos donde también opera un contrabando de doble ruta.
Así como nos llega una insólita variedad de productos, como se dice, desde refrigeradores hasta agujas, también salen productos nacionales, pero establecidos como prioritarios en los mercados vecinos, el caso de ciertos alimentos o directamente las garrafas de gas, lo que ha dado lugar a la conformación de grupos asociados que operan con fuertes capitales y por supuesto evadiendo los tributos nacionales.
Alguien ha dicho que este es un problema emergente de ciertas condiciones sociales vigentes en el país, por una parte debido al desempleo, de modo que la manera más fácil de hacer negocio es “terciarizar” las ventas, por otra y estos es indiscutible, la existencia de compradores que buscan menores precios en un mercado ampliamente competitivo por las condiciones de su abasto desde los grandes depósitos mayoristas. Es decir que mientras existan compradores con limitaciones económicas, habrá vendedores informales con ofertas especiales.
Lo que la gente dice es que las medidas de control tanto de la Aduana como las que aplica el Servicio de Impuestos Nacionales (SIN) todavía no logran frenar el poderío de los contrabandistas, lo que merece una estrategia muy particular para remediar un problema que afecta seriamente la economía nacional y favorece la vigencia inequitativa de un comercio informal y evasor.
Fuente: LA PATRIA
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