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Los héroes del 10 de Febrero de 1781 - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Domingo 10 de febrero de 2013

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Los héroes del 10 de Febrero de 1781

10 feb 2013

Fuente: LA PATRIA

Por: Dehymar Antezana - Periodista

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Mucho se ha hablado y escrito de la Revolución del 10 de Febrero de 1781, considerado como el primer grito libertario de América, pero muy poco se conoce de los héroes criollos que participaron en dicha acción, en que por primera vez se habló de la formación de una Patria, libre e independiente.

Si bien los acontecimientos se dieron desde enero de 1781 con las elecciones municipales, en la que pierde el partido criollo, liderizado por Jacinto Rodríguez, la situación se agravaría poco a poco para tener su desenlace a partir del 9 de febrero en la noche, cuando en la Villa de San Felipe de Austria comienzan las movilizaciones para liberarse del yugo español.

Hay algo que destacar del Tcnl. Jacinto Rodríguez, que junto a sus hermanos Juan de Dios e Isidro tenían posesiones de minas y riquezas que los hacían destacar del resto de los criollos que a su vez eran sus seguidores;

Rodríguez preparó la conspiración contra los chapetones, ayudado por los abogados, Nicolás Caro y Gualberto Mejía; además de Diego Flores Manuel y Juan de Dios Herrera y Casimiro Delgado. El consejero intelectual era el vicario de la Villa, Patricio Gabriel Menéndez.

También tenía el apoyo de los militares, Clemente Menacho, Manuel Serrano, Nicolás Herrera, Antonio Quirós, Luis Azurduy y el Sgto. Sebastián Pagador.

En el otro bando, estaba el español Urrutia, quien era corregidor de la Villa, y quien al conocer el alzamiento criollo, tenía en mente ajusticiar a Jacinto Rodríguez y otros miembros del partido criollo, sin embargo, aquel hecho no aconteció, porque los patriotas se adelantaron en sus planes.

Todo estaba listo para el 9 de febrero en la noche, los españoles asustados comenzaron a esconderse en la casa de Endeiza, que hoy es la Plaza Manuel de Castro y Padilla, donde se encuentra el monumento al fundador de la Villa.

Momentos antes de la revuelta, Sebastián Pagador se convertiría en el ícono de la Revolución al hacer el llamado a sus paisanos mediante una proclama de libertad.

“Amigos, paisanos y compañeros: Estad ciertos que se intenta la más aleve traición contra nosotros por los chapetones, esa noticia acaba de comunicárseme por mi hija. En ninguna ocasión podemos mejor dar evidentes pruebas de nuestro amor a la Patria, sino en ésta. No escatimemos en nada nuestras vidas, sacrifiquémoslas gustosos en defensa de la libertad, convirtiendo toda la humanidad y rendimiento, que hemos tenido con los españoles europeos, en ira y furor y acabemos de una vez con esta maldita raza”, dijo Pagador.

El valor de esta proclama, está en que por primera vez se habló de la constitución de una Patria, y se reforzó la idea que en 1739 expresó Juan Belez de Córdoba con el Manifiesto de Agravios, documento que traspasó las fronteras del Alto Perú.

Los españoles fueron ajusticiados y la casa de Endeiza fue quemada, todas esas acciones se desarrollaron entre la unificación de fuerzas entre mestizos, criollos y campesinos. Pero aquella alianza, no duraría mucho tiempo, debido al espíritu de angurria que dominaba la mente campesina.

Jacinto Rodríguez constituyó el Gobierno en la Villa, asumiendo el cargo de corregidor, y nombró al héroe Sebastián Pagador como encargado de cuidar las Cajas Reales, que estaban situadas en las calles que hoy conocemos como La Plata y Ayacucho.

Los campesinos profanaron los templos en busca de españoles, pero al encontrar riquezas se apoderaron de ellas, se trató de establecer orden en la Villa, pero los indios estaban enardecidos y comenzaron a asaltar las casas de los criollos y de los mestizos, es así que deciden irrumpir en la casa de las Cajas Reales, donde se guardaba el dinero y documentos de la Villa.

Allí se produjo la caída de uno de los primeros héroes de la Revolución, Sebastián Pagador al defender las Cajas Reales rompió la cabeza de un originario, lo que enfureció más a los campesinos, por lo que decidieron sacarlo a empellones de esa casa y trasladarlo hasta la Plaza Mayor, conocida ahora como la Plaza 10 de Febrero, sin embargo, su destino sería cruel, porque cuando iban por la calle (hoy) La Plata, lo mataron a plan de palazos y cuchillazos, sus restos fueron esparcidos por esa calle hacia la Plaza Mayor.

Los criollos y mestizos cansados de los abusos campesinos, decidieron expulsarlos de la Villa, armándose de valor y a plan de armas de fuego que en cierta medida lograron algo de paz, pero los originarios decidieron arremeter nuevamente contra Oruro y quemar la Villa, sin embargo, aquel hecho no se dio por la tenaz defensa de los criollos y mestizos, se había desatado una guerra entre ellos contra los indios.

Pero nada estaba dicho en la Villa, ya que si bien Jacinto Rodríguez logró ser reconocido como Corregidor por la Audiencia de Charcas, el peso de la venganza española estaba cerca y fue promovida por Urrutia quien escapó de Oruro horas antes de la revolución del 10 de Febrero.

Con el permiso de la corona logró conseguir en 1783 que se dé vía libre para juzgar a los alzados de Oruro, para ello encomiendan al Corregidor de La Paz Sebastián de Segurola para que haga los apresamientos, hecho que se consolida en 1784.

Los primeros en ser apresados son: Jacinto Rodríguez, su hermano Juan de Dios, Diego Flores, Manuel de Herrera, Nicolás Iriarte, Miguel Portillo, José Azurduy. Se confiscaron sus bienes y ellos fueron llevados a la cárcel. El segundo héroe en caer fue Portillo, cuando los españoles soltaron a la mula en la cual estaba atado y el animal escapó por las calles de Oruro, arrastrándolo sin piedad y ocasionándole la muerte tras el castigo.

Luego, los españoles trasladaron a los presos hasta Potosí, allí murió Manuel de Herrera. El viaje continuó hasta Buenos Aires, para dejarlos en la cárcel, que sería denominada más tarde como la cárcel de Oruro, el trato fue inhumano, no se los juzgó oportunamente y solo fueron alimentados a plan de agua y pan.

Más tarde, serían apresados más patriotas, entre ellos, los hermanos Ventura, Miguel y Felipe Azeñas, María Quirós, María Francisca Goya, Francisca Orosco, Isidro Quevedo, Bernardino Ibañez, Pedro Ascuas, Bernabé Pinedo, Sebastián Rodríguez Crespo, Francisco Javier Velasco, Casimiro Delgado e Isidro de la Riva, quienes pasaron las mismas penurias que sus camaradas.

Un tercer grupo fue apresado, allí estaba el padre Menéndez y varios sacerdotes entre ellos, Manuel Serrano, Antonio Lazo y Mariano Bernal Lira.

El juicio duró varios años, para unos se dictó sentencia en 1787, pero muchos de los juzgados ya estaban muertos. Para otros en 1795, Jacinto Rodríguez murió en 1793, el 17 de junio. Fue enterrado en el Hospital de Bethlemitas.

En 1800 la corona española reconoció que cometió excesos contra los sublevados de Oruro y para absolver su culpa a los pocos sobrevivientes se determinó liberarlos de su encierro, así como devolver todas sus posesiones, para sus hijos y nietos. Los sobrevivientes de la Cárcel de Oruro fueron: Diego Flores, Clemente Menacho, Nicolás Iriarte y José Azurduy, mas los que ofrendaron su vida a la Patria, que hoy es Bolivia, fueron considerados como los héroes de la Revolución del 10 de Febrero de 1781.

Fuente: LA PATRIA
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