SENCILLEZ

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1. La vida de Francisco, que se interpreta como pobre, en realidad es de sencillez. Jamás nos consideremos humildes, ya que siempre algo de orgullo habremos de tener; tampoco, un discípulo aceptado o en el camino verdadero de la espiritualidad, los Santos o Maestros, ya que eso nos separaría de los no aceptados o de los que están equivocados, y este tipo de separación es orgullo.

2. Al ser sencillos, asumimos ser uno con el acomplejado, el que sufre, el que tiene mala voluntad, el que odia, el condenado, el pecador, el desahuciado, el desviado, el equivocado, el degenerado.

3. Si rechazamos, no nos gustan o nos dan pavor algunas personas, propongámonos y ejercitémonos en aceptarlas, porque ésta es la Pobreza de Espíritu,

4. Ser Facilitador de los Pobres es ser maestro de gente de bajos recursos materiales e intelectuales.

6. La sencillez está en lo interno, en la mente y en los sentimientos; en no tener pensamientos complicados ni sentimientos enredados; nada que complique, diferencie o produzca conflicto.

7. Cuando en el grupo espiritual se tenga que barrer, barramos; cuando haya que cocinar, cocinemos; cuando se necesite servir la comida, sirvamos; cuando se ofrezca fregar los platos, freguemos; cuando se precise lavar, lavemos; cuando urja atender enfermos, atendámoslos; cuando tengamos que acompañar, acompañemos; cuando se necesite consolar, consolemos; cuando haya que dar dinero, démoslo; cuando se precise saber algo, aprendámoslo; cuando debamos decir la verdad, digámosla; cuando sea necesario perdonar, perdonemos; cuando se tenga que bailar, bailemos; cuando llegue el momento de reír, riamos; cuando tengamos que contar chistes, contémoslos; cuando sea preciso cantar, cantemos.

8. Recordemos que Francisco, en el convento de San Verecundo, barrió, cocinó, sirvió comida y atendió a los leprosos. Y si Él, que es nuestro facilitador, lo hizo, nosotros también lo podemos hacer. Esto es participar.

9. Cuando participamos sin diferenciarnos, sin parecer distintos a los demás, estamos en el camino de la sencillez y del amor.

10. Esta es la enseñanza que tratamos de practicar, y no es producto de la canalización de ningún mensajero de Dios, ni la comprensión de ningún pasaje abstruso de la espiritualidad; recordemos que estos lujos de seguir “verdaderos canales o senderos” no nos los podemos dar, porque sería separarnos de aquellos que no siguen ningún canal ni sendero.

11. Guiémonos y sigamos aquella gente simple que ha despertado “El Cristo”, como los santos y maestros de todas las religiones y grupos espirituales.

Fuente: LA PATRIA