El diario Los Tiempos de Cochabamba, en su edición del 29 de enero de 2013, ha publicado la respuesta del Presidente de Chile a la denuncia del Presidente de Bolivia sobre reparación del derecho marítimo boliviano. Como ciudadano amante de la verdad y la justicia, me referiré a dicha respuesta que, como siempre, es resultado de la soberbia que les ha insuflado la usurpación de riqueza adquirida en lo que se llama la Guerra del Pacífico.
Comienza con una reconvención de que Chile seguirá haciendo todos los esfuerzos para que el comercio boliviano pueda acceder a todos los países del mundo. Lenguaje altanero del carcelero a su víctima.
Realmente en esta materia hay que “hablar claro y hablar con la verdad”, como dice el Presidente de Chile. Es verdad que tenemos un tratado que se firmó el año 1904, pero debemos recordar al Presidente de Chile que no es verdad que se firmó el tratado después de veinte años de concluido el conflicto. Se firmó dicho tratado para concluir el conflicto que es cosa muy distinta. Por eso ese tratado no fue firmado “libremente” por Bolivia, ni en consideración a sus intereses si no, en atención a los intereses avasalladores de Chile que obtuvo gratuitamente un extenso territorio y otras imposiciones. El tratado no fue firmado por Ismael Montes, fue suscrito por el plenipotenciario “vendepatria” Alberto Gutiérrez, aprobado por 42 personas del congreso boliviano y promulgado eso sí por el traidor Montes. Que haya sido reelecto como Presidente, esa es otra historia que responde a los vicios de la política interna boliviana.
Bolivia no tuvo conciencia de lo que estaba firmando, ni firmó resguardando “sus legítimos derechos”
Ese tratado, señor Presidente, es injusto e impuesto por la fuerza, aunque usted “discrepe profundamente con estas apreciaciones”, porque todo tratado firmado después de una guerra o para terminar con ella, es resultado de violencia e imposición que ha sufrido Bolivia durante veinticinco años, le rectifico la cantidad de años.
Chile no asumió ninguna responsabilidad de la deuda externa que tenía Bolivia, fue obligada a reconocer deudas privadas sujetas a negociaciones y conciliaciones, tenida cuenta que el 40% del rendimiento aduanero del puerto de Arica, debieron cancelar esas obligaciones durante 20 años. La alusión a los ferrocarriles es otra superchería, el de Arica-El Alto, ¿acaso no fue una inversión de Chile que la recuperó con creces durante 15 años de explotación?.
Que el tratado ha estado vigente durante cien años dando estabilidad a nuestras fronteras y tengamos algunos momentos mejores relaciones, no quiere decir que lo hayamos aceptado a raja tabla. No, nuestro repudio al tratado ha sido permanente, desde el mismo día que el pueblo tuvo noticia de la infamia, y los cien años transcurridos son pocos para borrar la herida que nos provocó la amputación.
Que Chile tiene una larga tradición de cumplimiento de sus tratados, esto también es un sofisma, porque Chile siempre incumplió los tratados firmados con Bolivia, desde la generosa Capitulación de Paucarpata, hasta el Tratado de 6 de agosto de 1874 y los Pactos de 1895, son expresiones del irrespeto e incumplimiento del poderoso Estado chileno. Estamos de acuerdo que “un tratado entre dos partes no se puede modificar por la voluntad unilateral de una de ellas”; sin embargo Chile no tuvo empacho de desconocer unilateralmente, por su sola voluntad omnímoda el Tratado de 1874, lo que nos hace ver que Chile todo se puede permitir pero no lo acepta de otros.
Si en este asunto llega a imponerse la justicia, más temprano que tarde, por la vía de la reivindicación, Chile tendrá que aceptar la división de su territorio, porque a los bolivianos no nos encandilará más con el Callejón al norte de Arica que, como vimos, fue una burla a Bolivia. Por lo demás, no sería el único país que no tenga solución de continuidad, hay muchos en el mundo.
Para finalizar, señor Presidente de Chile, hay asuntos cuya verdad se impone por la fuerza de la razón.
bdlarltd@hotmail.com
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